E n la actualidad, el Patrimonio Alimentario de Chile para las regiones de La Araucanía y Biobío se encuentra en proceso de elaboración y se sumará al estudio publicado en 2013 para las regiones extremas.
La Oficina de Estudios Públicos (Odepa) del Ministerio de Agricultura tiene contemplado analizar en el segundo semestre de este año, junto con los actores involucrados, otras acciones que se proponen en el estudio que sean factibles de ser implementadas en el corto y en el mediano plazo.
Pero ¿cuál es su importancia patrimonial?.
Para la investigadora de Odepa, Teresa Agüero, las semillas o variedades tradicionales son recursos genéticos que han sido domesticados, desarrollando características propias que los identifican, adaptado localmente y son mantenidos por los agricultores de generación en generación.
"Estas variedades se cultivan con prácticas tradicionales, también transmitidas de generación en generación, las que responden a principios de una agricultura sostenible, esto es, empleo de fertilizantes naturales, uso eficiente del agua, alta biodiversidad en el predio, entre otros", señala el último reporte de Odepa.
VALORACIÓN Y CUIDADO
Dadas las características de estas variedades tradicionales, su uso es un aporte al desarrollo de sistemas agrícolas más resilientes frente a embates climáticos o económicos.
"Los productos de estas variedades son destinados principalmente al autoconsumo, a la venta en ferias locales o almacenes de productos orgánicos (si están certificados), o son utilizados en el intercambio de semillas", acota en el informe.
Algunas de ellas sólo son sembradas en pequeñas superficies en los predios de los agricultores.
Además de la conservación que se produce a través de la siembra, estas variedades pueden ser preservadas en condiciones ex situ, esto es, fuera de su hábitat natural, en bancos de germoplasma y jardines botánicos.
"En los bancos de germoplasma del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), del Ministerio de Agricultura, se conservan variedades tradicionales de porotos, maíz, quinua, papa, entre otros cultivos", comenta.
Teresa Agüero afirma que las variedades tradicionales forman parte de la biodiversidad agrícola del país, de su patrimonio genético, y por lo tanto deben ser protegidas y valoradas.
"La agricultura y la producción de alimentos, así como sus actividades asociadas, dependen de recursos genéticos que se pueden haber originado en Chile o en otros países del mundo, o se han domesticado en el país", dice.
PROTECCIÓN
Conscientes de la importancia que estas variedades locales tienen en su aporte a una agricultura sostenible y a la protección de la biodiversidad agrícola, la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) licitó en el 2014 un estudio con el fin de proponer alternativas jurídicas y no jurídicas de protección para semillas y prácticas tradicionales relacionadas con la agricultura, utilizadas y mantenidas por agricultores en Chile.
El estudio realizado para Odepa identifica más de cincuenta alternativas de protección para variedades tradicionales, las que pueden ser agrupadas en medidas de índole jurídico-normativa y no normativa.
En la primera, se proponen 14 acciones que propenden a la protección de las variedades tradicionales utilizadas por los agricultores en nuestro país.
Entre éstas se pueden destacar la Modificación de la Ley de Semillas (D.L. N° 1764 de 1977) y su Reglamento, para permitir la comercialización de las semillas tradicionales, incluido el intercambio de semillas.
También se considera la utilización de los instrumentos contemplados en la Ley N° 19.039 de Propiedad Industrial de 2006, como son las indicaciones geográficas y las Denominaciones de Origen, que reconocen la vinculación de estas variedades con el territorio. En el caso de las últimas se añaden factores naturales y humanos; las marcas colectivas y las marcas de certificación.
Otras de las medidas propuestas se relacionan con los organismos vegetales genéticamente modificados y sus posibles impactos sobre las variedades tradicionales.