Ley 20.720: la desconocida normativa que lo puede salvar de caer en Dicom
JUDICIAL. Cumpliendo una serie de requisitos y con la aprobación de la Supintendencia de Insolvencia, en dos meses una persona natural o jurídica puede quedar sin deudas.
En octubre de 2014 se dio luz verde a la Ley de Insolvencia y Reemprendimiento, más conocida como Ley de Quiebras, normativa que por primera vez permitió que personas naturales puedan declararse como insolventes y de esta forma realizar una renegociación de sus morosidades con sus acreedores.
Este un proceso administrativo donde una persona deudora que tiene dos o más obligaciones vencidas por más de 90 días, que superan las 80 UF y que no cuenta con un juicio en su contra, puede pactar de forma colectiva con sus acreedores sus obligaciones pendientes para evitar la judicialización de éstas. Más de 35 mil chilenos han consultado por esta ley que ya ha permitido a medio millar de personas salir del temido boletín comercial de manera gratuita y con mejores condiciones.
Según información de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento, hasta diciembre del año pasado se habían recibido más de 2.139 solicitudes de renegociación. De éstas, 739 fueron declaradas admisibles por la entidad y 505 han concluyeron de manera exitosa, en un tiempo de tramitación promedio de 70 días.
De las personas naturales que han solicitado su propia quiebra, un 59% corresponde a hombres y un 41% a mujeres, y además se determinó que la mayor participación se da entre aquellas personas cuyas edades fluctúan entre los 30 y 44 años (46%), seguido del tramo que comprende entre los 45 y 59 años (30%).
Miedo v/s necesidad
En Chillán, sin embargo, el funcionamiento de esta nueva ley es más bien desconocida. No son más de 15 las personas que hasta la fecha han tomado la decisión de declararse en quiebra. Esta situación pasa principalmente por el miedo y el desconocimiento con respecto a la nueva normativa, y las consecuencias que podría traer el trámite administrativo.
La existencia de un registro de las personas que hayan utilizado el proceso de liquidación, lo que podría ser utilizado por entidades financieras como un filtro al seleccionar a los postulantes a algún crédito, es el principal temor de aquellos que pretenden declarase en quiebra. El abogado experto en esta nueva ley explicó que el comenzar de cero, sin deudas y sin moras, implica obviamente el tener que demostrar de a poco un buen comportamiento comercial a los bancos y financieras, pero que en ningún caso significa un veto de por vida.
"Hay personas que se asustan con esto porque la palabra quiebra es muy dura, pero pasa mucho por el desconocimiento. Piensan que al realizar este trámite nunca más van a poder pedir un crédito y eso no es así, lo que sí va a pasar es que al comenzar de cero el banco o la casa comercial les va a entregar una tarjeta con un cupo mínimo y ahí tendrá que ir demostrando un comportamiento bueno de pago y podrá ir aumentando", manifestó Vargas.
La necesidad de lograr vivir sin deudas es real. J.N.H.P, un hombre de 59 años, tenía el mismo miedo de muchos: debía más de 82 millones de pesos a diferentes entidades comerciales y su capacidad de pago se vio reducida a nada cuando quedó cesante; la angustia crecía igual que sus deudas y el embargo era inminente.
"Yo tenía un negocio con el que me iba muy bien, lo tenía hace tiempo ya, pero resulta que cuando llegaron las grandes cadenas a Chillán el negocio empezó a decaer, a medida que pasaban los años la venta bajó muchísimo y para tratar de salvar mi negocio no me endeudé solo como empresa, sino yo como persona natural. Pedí un crédito en un banco y después otro crédito para pagar el crédito anterior y así, hasta que tuve que cerrar mi negocio y no tuve cómo pagar los 85 millones de pesos que debía, por eso estaba desesperado, hasta que supe que podía declararme en quiebra", señaló el hombre.
El trabajador aseguró que en un principio desconocía este sistema, pero cuando supo que toda la parte administrativa era gratuita se decidió a hacerlo. "Yo no pude renegociar porque estaba cesante y sabía que no iba a poder pagar ninguna cuota, por eso pasó a quiebra y me asesoré por un abogado para la parte judicial y en menos de dos meses pude volver a respirar tranquilo", comentó, y agregó: "No podía dormir, yo tengo familia, y las deudas me estaban llevando a una profunda depresión, cada vez que gastaba 500 pesos para comprar pan recordaba que ese mismo día mi deuda aumentaba, y al día siguiente, y todos los días, era terrible".
El caso de otro hombre de 34 años, identificado con las iniciales T.C.Y.N. es similar al anterior. Más de $75 millones en deuda, con un sueldo que no supera los 800 mil pesos, trabaja en una empresa de retail y de a poco vio cómo aumentaba la deuda que comenzó con un siempre atraso en una cuota de un crédito. "Me pasó lo que le pasa a gran parte de los chilenos, me endeudé más de lo que gano, y el problema de eso es que la deuda fue generando mucho interés, yo pagaba 100 mil mensual y al mes siguiente la deuda volvía a aumentar y no terminaba nunca. Finalmente dejé de pagar y lo que debía ya no era 1 o 2 millones, eran más de 70 millones, y ahí la angustia era horrible", señaló, y concluyó: "De verdad que es terrible, ahora empiezo de cero y creo que no volveré a sacar una tarjeta de crédito jamás", dijo el joven.
El proceso
Rodrigo Vargas explicó que este trámite necesita, en primera instancia, una capacidad de pago del deudor para que éste proponga a sus acreedores un plan de cobro de las deudas, que debe ser acordado y aprobado por la mayoría de quienes exigen el pago. Este primer paso, que es la renegociación de la deuda, muchas veces permite que sea el mismo deudor quien ponga las reglas para poder saldar la deuda y así no aparecer en la lista de morosos de las financieras, sin embargo esto no siempre llega a buen puerto.
"Puede que la persona, uno: no tenga como renegociar; dos, simplemente no quiera renegociar; o tres: que no se llegue a acuerdo con los acreedores. Si no resulta ese plan de pago, el deudor puede optar a la denominada 'quiebra de personas', es decir acceder a un proceso de liquidación que ya es un proceso judicial. La diferencia entre la renegociación y la liquidación es que en la renegociación el deudor aún administra sus bienes y en la liquidación esta función la cumple un liquidador, que es un ente fiscalizado por la Superintendencia", indicó Vargas.
Según comentó el abogado, una vez que se da cuenta que el deudor no puede renegociar su deuda y quiere en definitiva acogerse a la ley de quiebra, este debe cumplir con los requisitos especificados en el artículo 115, que es la solicitud formal acompañada de una nómina de los bienes que actualmente tiene la persona con morosidad, haciendo la diferencia entre aquellos bienes que están a su nombre y aquellos que tiene, pero de los cuales es mero poseedor. "Por ejemplo, si el deudor tiene un auto que está en su casa y que ocupa a diario, pero que sin embargo no está inscrito a nombre de él, este bien no debe incluirse en la nómina de bienes activos porque son de un tercero", agregó el abogado.
Además de esta lista de bienes también se debe adjuntar un documento donde se especifiquen todos los juicios pendientes que están en su contra, con bancos, casas comerciales, financieras, etc, y también el listado de las deudas y la naturaleza de las mismas. "También es importante que en caso que la persona natural o la empresa tengan personal a su cargo debe entregarse un listado con los nombres de cada uno de los funcionarios y el detalle de lo que se les adeuda, bonos, sueldos, previsión, etc", agregó.
Una vez entregados todos los documentos y si la Superintendencia acoge la solicitud, desde ese momento la persona sale inmediatamente del boletín comercial y queda sin deuda.
Sin embargo, luego de eso aún queda parte del proceso por terminar, que es donde aparece la función del liquidador, que no es más que aquel que toma los bienes descritos en la solicitud ingresada por el deudor, los vende y paga a los acreedores.
"Aquí el liquidador toma todos los bienes que estaban a nombre de la persona que se declaró en quiebra y los vende. Cuando el liquidador logra tener dinero a través de las ventas de bienes realiza los pagos a los diferentes acreedores según su orden concursal", dijo el abogado.
Si con los bienes vendidos no se alcanza a pagar la deuda total, de igual forma la persona que antes era deudora queda ahora sin morosidades, pues la ley solo exige que se pague a los acreedores con lo recaudado en la venta de los bienes presentados por el propio deudor. "Eso sí, si el deudor compra cualquier cosa a su nombre el liquidador tiene la facultad para tomarlo y venderlo para pagar la deuda. Esta situación dura alrededor de 1 año, después de eso, ya puede volver a adquirir bienes a su nombre", explicó Vargas.
Un proceso corto, ágil, sin demasiado papeleo y que puede ayudar a salir de un pozo de deudas a aquellos que quieren comenzar de cero. Si es conveniente o no, juzgue usted.
"Los sueldos no son embargables a no ser que supere el $1.600.000 mensual. Por ejemplo, si la persona gana un sueldo de $1.800.000, los $200.000 de diferencia pasan al liquidador".
Rodrigo Vargas, Abogado
El proceso
Plazo
El trámite tiene una duración máxima de 105 días hábiles.
Característica
Es administrativo, gratuito y voluntario.
Cifras nacionales
Más de 35 mil personas en el país consultaron por esta ley durante 2015. De aquellas consultas hubo 2.139 solicitudes de renegociación, 739 fueron declaradas admisibles por la entidad y 505 han concluyeron de manera exitosa.
Solicitudes
Una persona o empresa que es sometido a procedimiento y es declarado admisible no puede volver a someterse al proceso sino hasta 5 años después.
Quiénes la han solicitado
El 59% de las personas que han solicitado su quiebra son hombres, de entre 30 y 59 años de edad.
2.139 solicitudes de renegociación ha recibido la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento hasta diciembre del año pasado. De éstas, 739 fueron declaradas admisibles por la entidad.
59% De las personas naturales que han solicitado su propia quiebra corresponde a hombres y un 41% a mujeres. La mayor participación se da entre las personas que tienen entre 30 a 44 años (46%).