Caso Matute: una verdad inconclusa
Su desaparición conmovió al país un 20 de noviembre de 1999 y se convirtió en el caso policial más complejo de la historia policial moderna en el país.
El 19 de noviembre de 1999 se iniciaría uno de los casos policiales no resueltos más emblemáticos en la historia de la Región del Bío Bío y también del país, el homicidio y desaparición del estudiante penquista Jorge Matute Johns, caso en torno al cual se han tejido durante más de una década un sinnúmero de hipótesis investigativas, pero ninguna de las cuales ha permitido -hasta hoy- dar con él o los culpables de su muerte y posterior ocultamiento.
Aquel día, Jorge Matute se dirigió desde su hogar en San Pedro de la Paz hasta la discoteca La Cucaracha, en Talcahuano, acompañado de unos amigos. Se cree que en aquel recinto o en sus inmediaciones, el joven de 23 años fue ultimado, ya que fue el último lugar donde se le vio con vida. Recién 5 años más tarde, el 12 de febrero de 2004, sus restos fueron encontrados a orillas del río Bío Bío, específicamente en el kilómetro 22,6 de la Autopista de la Madera (Ruta CH-156) y un mes después el Servicio Médico Legal (SML) confirmó que su muerte de Matute había sido causada por terceros.
La extensa investigación policial y judicial, que ha pasado por manos de distintos jueces y ministros de Corte, terminó con el sobreseimiento temporal de la causa el 24 de mayo de 2006, luego que el ministro en visita Juan Rubilar rechazara el procesamiento por homicidio de dos jóvenes, Jaime Rojas López y Óscar Araos Díaz, por parte del Consejo de Defensa del Estado. Tras varias apelaciones y aparición de nuevos antecedentes, la causa permaneció definitivamente cerrada desde 2010.
Ello hasta que esta semana, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Jaime Solís, ordenara su reapertura gracias a nuevos antecedentes surgidos y la posibilidad de que la nueva tecnología con que cuenta el Servicio Médico Legal (SML) -diez años más tarde- permita dar con nuevos indicios que posibiliten identificar a él o los responsables de su muerte.
A nivel regional, este caso constituye un verdadero lunar negro para la justicia y las policías, ya que durante su investigación quedaron al descubierto irregularidades que afectaron a Carabineros -en septiembre de 2002 se ordenó el arresto del mayor de Carabineros, Andrés Ovalle, tras afirmarse que el informe que entregó a la jueza Flora Sepúlveda el 23 de enero de ese año, y que liberó de responsabilidad de los siete jóvenes imputados por obstrucción a la justicia, fue realizado con ayuda de sus padres- y hasta se habló de una red de protección desde prominentes personajes políticos de la zona. Detalles e interrogantes que quedaron plasmadas en el libro "Los enigmas del caso Matute Johns", de los periodistas Carlos Basso y Pablo Torres, y que permite entender los errores, omisiones de uno de los casos policiales más bullados en nuestro país.