Muere el italiano Claudio Abbado, uno de los grandes directores de música clásica Proyecto en Venezuela
Agencias
La música fue un "affaire" de por vida para Claudio Abbado, el afamado director de orquesta italiano que ayer falleció en Bolonia.
El maestro, considerado uno de los grandes exponentes de su generación de directores, era venerado por músicos de todo el mundo. Tenía 80 años.
Su deceso se produjo en su hogar de la citada ciudad italiana, según indicó Raffaella Grimaudo, portavoz del alcalde de Bolonia.
Abbado debutó en La Scala de Milán, su ciudad natal, en 1960, y se convirtió en su director musical durante casi 20 años. También se desempeñó como director de la Ópera Estatal de Viena, la Filarmónica de Berlín y la sinfónica de Londres, además de ser director huésped de la Sinfónica de Chicago.
Nacido en Milán en 1933, Abbado era hijo de un violinista. En 2010, en una entrevista con la televisión estatal relató que sintió la llamada de la música con tan sólo siete años, cuando fue por primera vez a La Scala con su hermano.
"Escuché un concierto de Antonio Guarnieri, un veterano y genial director que ejecutó los tres nocturnos de Debussy y recuerdo que cuando escuché aquella música (...) pensé: 'Esto es algo mágico, es mágico.' Y soñé con recrear esa magia un día", recordó.
En otra entrevista, esta vez con el diario británico "The Guardian", reveló que incluso en los duros tiempos de la II Guerra Mundial, cuando era un niño que vivía en el Milán ocupado por los nazis, siguió centrado en la música clásica. Una vez, lo pillaron escribiendo "Viva Bartok" en el muro de una casa y la Gestapo fue a buscarlo pensando que homenajeaba a un luchador de la resistencia en lugar de al compositor y pianista húngaro.
Abbado saltó a la fama a nivel internacional cuando en 1960 debutó como director de orquesta en La Scala de Milán. Tenía 27 años, y seis más tarde guió con su batuta por primera vez a la Filarmónica de Berlín, invitado por su director Herbert von Karajan.
"En aquellos años, Karajan había traído a Berlín a varios jóvenes directores, y la reacción de la prensa fue que Abbado era 'el mayor talento' de todos", señala la Filarmónica en su web.
En su dilatada carrera, de más de 50 años, Abbado dirigió La Scala entre 1968 y 1986, después la Staatsoper de Viena hasta 1991, entre 1979 y 1987 estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Londres y en 1978 fundó la Orquesta de la Juventud de la Unión Europea.
Sin embargo, pese a su prestigio siempre fue una persona sencilla y cercana. "Soy Claudio para todo el mundo, ¡sin títulos!", dijo a los miembros de la Filarmónica de Berlín cuando en 1989 reemplazó a Karajan. Y más que dar órdenes, siempre abogó por escuchar a los demás.
"Mi padre solía llevarme de paseo a las montañas, y no hablaba mucho. Aprendí de él a escuchar el silencio. Y para mí, escuchar es lo más importante: escuchar a los demás, lo que dice la gente, escuchar música", contó en la entrevista con "The Guardian". En 2010, le dijo a la publicación especializada "Gramophone" que en realidad hablaba "muy poco con la orquesta", pues "tenemos muy buena comunicación visual o gestual, y ellos entienden lo que quiero decir".
La vida del maestro italiano dio un vuelco cuando, con el cambio de siglo, tuvieron que retirarle parte del sistema digestivo tras sufrir un cáncer de estómago que hizo que adelgazara drásticamente. Pero gracias a su pasión por la música y la ayuda de su familia, salió adelante.
"Pensé que con aquello llegaba mi fin, pero volví a la vida", dijo a la RAI con su característica voz suave.
En los últimos años, el maestro bajó el ritmo y dedicó parte de su tiempo a la jardinería en su villa de Cerdeña. Pero además, en 2003 relanzó la Orquesta del Festival de Lucerna y trabajó con jóvenes músicos en Caracas y Bolonia, donde murió.
Su último concierto lo dirigió el pasado verano (boreal), poco después de cumplir 80 años, y recibió una entusiasta aclamación de la crítica. En diciembre, cedió su sueldo de senador vitalicio para financiar becas en una escuela de música de Fiesole, en la Toscana.
La batuta de Abbado se tornó, incluso, en "revolucionaria" al abrazar el sistema de escuelas musicales de Venezuela. En 2010 dirigió la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, una experiencia de la cual afirmó que "la música salva a los jóvenes de la criminalidad, la prostitución y la droga". Para su debut en 1999 en Venezuela con su Orquesta Juvenil Gustav Mahler, Abbado eligió la Séptima de Mahler porque "con las obras de ese compositor siempre se aprende. En Mahler subyace un profundo dolor, aunque yo encuentro en sus creaciones una buena dosis de humor y gran sentido lúdico".