Empoderamiento ciudadano
Hoy la ciudadanía debe aprovechar las posibilidades que dan el acceso a la información y las redes, pero al mismo tiempo, saber discriminar e informarse.
El empoderamiento que entregan el mayor acceso a la información y el uso de las redes sociales agrega una nueva dimensión a la vigilancia ciudadana. Como pocas veces se había visto, la instalación del nuevo gobierno encabezado por la presidenta Michelle Bachelet ha debido lidiar con una serie de renuncias, debido a problemas de diversa índole que presentaron gobernadores y subsecretarios, hombres y mujeres, quienes enfrentaban especialmente cuestionamientos a la probidad.
Este fenómeno comenzó a quedar en evidencia aún antes que Bachelet asumiera la conducción del país. El mismo hecho motivó que los nombramientos de las nuevas autoridades fueran paulatinamente realizados con mayor calma y revisión. En distintas regiones, la necesidad de ser meticulosos a la hora de designar los nuevos cargos, hizo que los gabinetes asumieran, en algunos casos, hasta una semana después del inicio de la nueva administración nacional.
Lo cierto es que el control social, dado por el nivel de acceso a la información que maneja hoy la sociedad, junto con la influencia que ejercen las redes sociales en el comportamiento de comunidad, ha enfocado su atención e interés en la probidad de las futuras autoridades.
Se trata de una dinámica legítima y hasta saludable, pero sólo hasta los límites de lo razonable. Porque este tipo de exigencias que puede hacer la ciudadanía deben también ajustarse al sentido común. Lamentablemente, hoy nos enfrentamos a un ánimo en el que la sociedad pareciera suponer la mala fe, el conflicto de interés o la tacha de una autoridad designada, por sobre sus capacidades, competencias y trayectoria que tenga para desarrollar un cargo, aun cuando no exista o no se pueda comprobar todo aquello que se le impute.
Es por eso que los casos en los que efectivamente se han identificado condiciones que riñen con la idoneidad de una autoridad nombrada, no pueden convertirse en la constante.
Hoy la ciudadanía debe aprovechar las posibilidades que dan el acceso a la información y las redes, pero al mismo tiempo, saber discriminar e informarse correctamente, especialmente cuando la crítica pública puede transformarse en una "cacería" que afecte la honra de las personas.