La Copa del Mundo de Fútbol Brasil 2014 está copando gran parte de la atención internacional. Es impresionante cómo un evento deportivo es capaz de influir tan notablemente en la actividad general y en el desarrollo de los pueblos. Bueno es, en consecuencia, ponerse a observar virtudes y defectos de este evento, para aprender a organizar en buena forma otros torneos que tendremos que realizar en nuestro país dentro de poco tiempo.
Estoy pensando en la Copa del Mundo de Fútbol Sub 17, que en octubre del próximo año se va a realizar en nuestro país. Y en la Copa América de clubes, también el 2015. No son eventos menores.
El Mundial Juvenil es la antesala al Mundial de los adultos. Muchos de los chicos que vienen ya están jugando en equipos grandes, de primera división. En sus países o en el extranjero, según sus cualidades. Su nivel de juego también despierta los apetitos de los 'caza talentos'. Se prevé la venida de un regimiento de 'ojeadores', por encargo de los clubes colosos o por interés personal en busca de engrosar billeteras de representantes.
Es el movimiento de las grúas que se acercan a estas vitrinas que, además, llenan las arcas económicas de ese monstruo insaciable que es la FIFA. Pues bien, para que le saquemos el máximo provecho a un evento de esta naturaleza, debemos prepararnos en la mejor forma posible. Y un buen comienzo es fijarse en los detalles del Mundial de Brasil. Especialmente, en las carencias y defectos.
Uno de los aspectos que más llama la atención, es el retraso en los escenarios deportivos. Varios de ellos están con retrasos en su construcción. El mismo Arena Corinthians, de Sao Paulo, donde se realizó la ceremonia de inauguración y se jugó el primer partido, no estaba totalmente finalizado. Siete mil entradas debieron ser devueltas por obras inconclusas. Es urgente crear comisiones de trabajo, con técnicos y expertos del máximo nivel. Dotarlos de competencias. Y planificar todo, contando con presupuestos para que aquella planificación se concrete correctamente. Con controles periódicos, con evaluaciones, con correcciones oportunas. La autocrítica por delante. La sencillez coronando los actos. La moderación dando paso al deporte, como único protagonista.
Y la perspectiva de futuro, en la vista larga de los organizadores, con el fin de que los beneficios de un torneo de tal envergadura, perduren por mucho tiempo. En el deporte, en el turismo, en la educación cívica.
No tardar en echar a andar esta máquina, porque el Mundial Sub 17 está ahí, a la vuelta de la esquina. Y Chillán es una de sus sedes.