Cárcel en Ñuble: el vecino indeseado
Como si se tratara de un cuento cíclico, el problema en torno a dónde construir una cárcel en la provincia de Ñuble vuelve cada cierto tiempo para traer incertidumbre, divisiones y malestar en las comunidades donde se plantea emplazar el recinto. Y es que tanto los gobiernos de la Concertación como de la Alianza no han sabido comunicar de manera efectiva un plan que permita tanto a las autoridades comunales como habitantes conocer de antemano las medidas paliativas y de compensación que una obra de estas características traería.
En Chillán hay conciencia unánime que el antiguo recinto penal que data de 1939 debe salir del centro de la ciudad, sobre todo tras el trauma que dejó para los chillanejos la masiva fuga de 269 internos en febrero de 2010. Nadie asegura tampoco que dichas dependencias no sigan siendo utilizadas por Gendarmería, lo cual echaría por tierra la idea de convertir a la explaza de fusilamiento del chacal de Nahueltoro en un centro cultural.
Hoy se plantea nuevamente que la zona de Colliguay estaría siendo considerada por las autoridades del Ministerio de Justicia, a raíz de un ofrecimiento de un privado. Y es la alternativa que más convence al gobierno para que Ñuble mantenga el recinto penal.
Lo concreto es que autoridades de la comuna, encabezadas por el propio alcalde se oponen a ello, por considerar su cercanía con Quinchamalí, zona en que se trabaja para potenciar turísticamente. Si bien en la zona existe un reconocido patrimonio humano vivo, recientemente declarado así por la Unesco, que es necesario mantener, apoyar y cultivar; lamentablemente, el argumento se cae por la presencia cercana de la celulosa Nueva Aldea.
Hoy es necesario que autoridades de gobierno, provinciales, comunales, vecinos se sienten en una misma mesa a discutir con argumentos en mano las mejores posibilidades de asentar un recinto que dé las máximas garantías de seguridad y permita un desarrollo armónico con la vida ciudadana. Los técnicos deberán justificar la idoneidad del terreno escogido y cómo solucionarán los problemas de traslado, visitas, entre otros. Por su parte, la comunidad debe sopesar que si están las garantías mínimas, qué medidas compensatorias puede asumir el gobierno para potenciar al sector de Quinchamalí como un gran centro turístico, artesanal y cultural, que se desarrolle ampliamente y crear centros de enseñanza y traspaso de los conocimientos que las loceras mantienen intacto en su premiado quehacer, tan arraigado en lacostumbre de los ñublensinos. Para Quinchamalí y Colliguay podría ser una oportunidad. Que la comunidad decida.