Hace poco más de un mes -en la edición del 26 de julio- en estas mismas páginas de Crónica Chillán dábamos cuenta de los preocupantes resultados del Décimo Estudio de Drogas en Población Escolar, realizado en 121 comunas del país, el cual reveló una peligrosa alza de más de un 11 por ciento entre los jóvenes que admiten haber consumido marihuana.
En 2011, un 19,5% de los jóvenes admitía esta realidad y en 2013 fue un 30,6%. Uno de los factores que analizábamos entonces tenía que ver con una campaña pública cada vez más favorable a autorizar y legalizar el consumo de esta droga en la población, tanto en medios de comunicación como entre los propios parlamentarios, entre quienes hay disparidades en cuanto a una autorización para uso terapéutico o un uso libre.
Pero el tema tiene implicancias mucho más cercanas para la comunidad en Chillán y la provincia de Ñuble.
Muchos residentes han manifestado a autoridades edilicias de la comuna su permanente preocupación con respecto al consumo que menores hacen de estas sustancias alucinógenas, lo que incide en definitiva en la proliferación, en muchos casos, de tendencias delictivas. Es conocido que muchas drogas más duras, además de generar dependencia y adicción, son el punto de partida para la comisión de ilícitos cada vez más violentos con la finalidad de adquirir un stock de droga para el consumo. Esta escalada puede iniciarse con pequeños robos dentro del hogar hasta asaltos o delitos más graves.
El Senda, organismo gubernamental de carácter preventivo frente al uso de drogas en la población, está consciente de la difícil realidad en Ñuble. En sólo dos años, la población escolar pasó de un 13% que aceptaba el consumo a un 25% que reconoce que fuma 'cannabis sativa' (nombre científico de la marihuana), lo que se convierte en la puerta de entrada a drogas más duras y dependientes como la pasta base o la cocaína. Nuevamente, a juicio del Senda, el relajamiento de la percepción en torno a la prohibición y riesgos de su consumo han influido en esta alza. Si en 2011, un 55 por ciento era consciente de los peligros, hoy sólo un 23 por ciento de los adolescentes y jóvenes estima que hay peligro para su salud.
Algo no está funcionando bien si la ley sigue siendo igual de rigurosa en cuanto al consumo, porte y tráfico, pero por el contrario cada vez más jóvenes reconocen que han recibido ofrecimientos dentro de sus escuelas o colegios y el reconocimiento del consumo aumenta. El gobierno ha sido dubitativo y poco claro en torno a las propuestas para legislar en la materia, teniendo presente que existen estudios científicos que avalan los perniciosos resultados para la salud humana de utilizar drogas, algo que por la vía de una publicidad engañosa buscan relativizar. La sociedad y los padres tienen la palabra.