Acercándonos rápidamente al fin del año 2014, en varias comunidades católicas se escuchan nuevamente los tradicionales cánticos del Mes de María, que traen memorias inolvidables y nos acercan a las dimensiones trascendentales de la fe.
La Virgen María es para los católicos un modelo a seguir y, en este mes dedicado a Ella, nos invita a abrir nuestros corazones a los valores del Reino de Dios, haciendo de nuestras familias verdaderos nidos donde nazca la vida humana abundantemente, se le acoja, se le ame, se le respete, como un don del Creador.
El desarrollo económico el país, el ambiente de democracia y participación, y las innegables mejoras en la calidad de vida de cada chileno, es buena noticia que nos llena de esperanza, convirtiéndose definitivamente en pasos que hacen cada vez más auténtica la vida plena.
Sin embargo, muchas veces sin darnos cuenta, también nuestra sociedad cae en la tentación del consumismo, materialismo e individualismo, donde Dios y la dimensión espiritual son relegados a un segundo o tercer lugar.
A pesar de que estamos llamados siempre a ser positivos frente a las iniciativas gubernamentales que, todos suponemos, se orientan a mejorar la vida de todos, la verdad habla por sí misma en varios proyectos de ley, como el de la legalización del aborto, por mencionar uno, que contiene elementos que gravemente amenazan la vida humana que se gesta en el vientre materno.
Para los que defendemos los derechos humanos, la mayoría de las veces sin gritos, ni marchas, ni protestas, estas iniciativas nos dejan perplejos y nos desafían a hacer nuestro aporte, con respeto y sin pretender imponernos, defendiendo la vida desde el momento de su concepción a su muerte natural.
La Madre de Jesús es modelo de mujer que acoge y ama la vida, y este Mes dedicado a Ella, nos anima en la proclamación valiente de los valores enraizados en el evangelio predicado por su Hijo, especialmente para favorecer la vida familiar, fuente de amor, vida plena y servicio a todos.
Carlos Pellegrin Barrera