Balance de Género: Crear un Chile mejor
Sin duda, los avances que hemos experimentado en la última década en nuestro país para lograr la igualdad entre hombres y mujeres han sido significativos, pero si bien la participación laboral femenina ya alcanza casi el 50%, estamos muy lejos de los países desarrollados e incluso nuestros indicadores se han debilitado. El año pasado Chile retrocedió del lugar 46 al 87 en el índice de igualdad de género que elabora el Foro Económico Mundial. Los salarios de las mujeres son un tercio menor a los que reciben los hombres en un mismo cargo, el promedio de parlamentarias llega al 13%, versus el 21% de América Latina y la OCDE ubica a nuestro país en el puesto 29 de 32 en lo que respecta a cupos femeninos en juntas de directorio.
Estas cifras nos deben hacer reflexionar, en especial al sector privado, sobre lo que estamos haciendo mal y analizar por qué -a pesar de los discursos de balance de género que imperan en nuestro país- Chile no ha logrado un real cambio cultural que permita a hombres y mujeres desarrollarse laboralmente en igualdad de derechos, lo que en la práctica significa establecer políticas que promuevan la conciliación de la vida familiar, personal y laboral bajo el concepto de corresponsabilidad del Estado, de la comunidad y de la sociedad en su conjunto.
Desde mi vereda como Gerenta General de Sodexo, y con más de 20 mil personas a mi cargo, he procurado trabajar para hacer del balance de género una realidad más allá de un imperativo moral o un "asunto de mujeres", sino que entregando a los hombres y mujeres que se desempeñan en la compañía, las mismas oportunidades para desarrollar sus carreras, construyendo entornos de trabajo flexibles, programas que fomenten la autoconfianza, autonomía y mentoring.
Esta transformación cultural no ha sido fácil. Se necesita rigor y determinación para convencer a todos aquellos, incluyendo algunas mujeres, aunque suene paradójico, que no entienden por qué este tema es de carácter estratégico e incide directamente en la productividad de las compañías.
Para graficar lo anterior, el año pasado nos propusimos en Sodexo estudiar la correlación entre equipos de gestión equilibrados entre hombres y mujeres e indicadores clave, tales como contratación de empleados, reconocimiento de marca, retención de clientes, y métricas financieras. Analizamos los datos de 50.000 personas de 90 entidades de todo el mundo y los resultados fueron muy convincentes: los equipos con una relación hombre-mujer entre 40 % y 60% tienen mejores resultados -de cuatro puntos porcentuales- que los de equipos desequilibrados. Con este estudio fuimos un paso más allá y demostramos cómo el equilibrio de género impulsa los resultados en todos los niveles de la organización, no sólo los gerenciales.
Janet Awad,