La paradoja es que el norte nuestro se ahoga. La naturaleza nos vuelve a sorprender con uno de sus terribles y hasta ahora, desconocidos caprichos: inundar el norte calcinante, el desértico paisaje convertido ahora en río que arrasa todo a su paso.
Las lluvias se desencadenaron con fuerza. Sus aguas rompieron los improvisados diques, y buscaron cauces naturales, arrollándolo todo, arrastrando ilusiones hasta el mar.
Agua fangosa que envolvió a pobres y ricos, a blancos e indios, a grandes y chicos. Y los ahogó en agua, en gritos sin distinción, en coro de voces sorprendidas, que llenaron pantallas de todo el mundo.
Tragedia nueva en país acostumbrado. Gente noble acongojada. Humildes que se elevaron a la categoría de héroes. Y ricos que caminaron a gatas, entre barros y lamentos. Con Presidenta ordenando en terreno para minimizar los efectos de la tragedia. Ruedas 4 X 4 en operación rescate. Helicópteros recuperando a gente desde techos salvadores…
Entre tanto desbarajuste, imágenes que engrandecen al ser humano. El perrito rescatado de entre tablas que flotaban locas por el cauce amplio nunca antes conocido. El bombero aprisionado en muro que cede ante la presión del agua, el Carabinero que, con su uniforme cotidiano y zapatos cotidianos, metiéndose hasta media rodilla para ayudar a cruzar calles a mujeres desvalidas, a hombres desesperados que buscan luz desde el horizonte. Funcionarios que reaccionan con la responsabilidad que se les asigna. Alcaldes que se mojan junto al pueblo ya mojado. Personas anónimas que aportan hombros, manos y recursos para que sus vecinos sufran lo menos posible…
En fin, son tantos los homenajes que debemos rendir, que nos rendimos ahora y los citamos simplemente con letras de admiración.
Pero ahora viene nuestra parte, la que nos corresponde, como agradecidos que somos en Ñuble. Ahora corresponde la solidaridad de regreso al norte. Esa misma que recibimos para nuestros terremotos, ahora debemos enviarla al norte, para tratar de suplir en parte las carencias que se llevó el agua.
Ya hay municipios que han llamado al aporte desinteresado. Ya hay personas que buscan el lugar donde materializar solidaridad para que la lleven hasta donde la naturaleza atacó. Ayuda que debe ser muy bien coordinada para que no se transforme en nuevo problema. Escucho al Ministro que sugiere que todo se entregue a una ONG o a Cruz Roja, con el fin de coordinar todo con disciplina y efectividad.
En definitiva, llegó la hora de la solidaridad y la esperanza, porque desde Ñuble no perdemos de vista nuestro norte.
Miguel Angel San Martín