El proyecto del tren a Las Termas
Gran obra. La intención de Don Vicente Méndez con el ferrocarril era llegar a Las Termas y de allí , a través de la cordillera, a Chos Malal, en la provincia del Neuquén argentino, empalmando con un ferrocarril trasandino que lo comunicara con Bahía Blanca y de ahí con el Atlántico.
A principios del año 1900 en las provincias de Ñuble y Concepción existían tres intentos de realizar tendidos ferroviarios desde la zona central hasta la precordillera para lograr una conexión transandina atravesando la cordillera de Los Andes, logrando un sistema de comunicación bioceánico. Estos eran el Ferrocarril de Monte Águila a Polcura, conocido como "el trasandino por Antuco"; el Ferrocarril de Pemuco, pasando por Cartago, Camarico, hacienda Pal Pal hasta General Cruz -cuyo primer concesionario, dueño y constructor fue Don Zenón Méndez Sepúlveda-; y el Ferrocarril de Chillán a Las Termas, cuya pronta construcción se esperaba por dos razones: crear un medio de transporte de carga y de pasajeros, los que aumentaban año a año buscando las cualidades sanitarias de la Termas cuando los medios de transporte y los caminos eran incómodos y agrestes, junto con el cumplimiento de la ley N°1.889 del 7 de febrero de 1899 que autorizaba a la Municipalidad de Chillán a arrendar el predio y las instalaciones de las termas a un empresario para su administración y explotación, junto a la construcción y explotación de un ferrocarril entre Chillán y Las Termas, siéndole dada esta concesión a Don Enrique Tagle Rodríguez, mediante Ley N°1.908 del 2 de enero de 1907.
Uno de los primeros trámites que realizó Don Vicente como Intendente fue lograr que el señor Tagle cediera dicha concesión al Estado.
La intención de Don Vicente con el ferrocarril era la de llegar a Las Termas y de allí , a través de la cordillera, a Chos Malal, en la provincia del Neuquén argentino, empalmando con un ferrocarril trasandino que lo comunicara con Bahía Blanca y de ahí con el Atlántico, aprovechando de poder traer de regreso carbón piedra de las minas de esa zona, como combustible local que ayudaría enormemente a la industria local. De esta manera, hacía que el ferrocarril fuera autofinanciable sin incurrir en gastos de explotación, con una visión integracionista que traería beneficios económicos suplementarios a la provincia de Ñuble.
Así lo expresaba en entrevista al Diario La Discusión de Chillán el 12 de noviembre de 1908, en la que se leía lo siguiente: "Esta obra -nos ha dicho el señor Méndez- es de tan grande importancia, que vendría, ella sola a incrementar inmensamente el desarrollo, el progreso de este pueblo. El ferrocarril a las Termas va a empalmar, en el kilómetro 90 en el camino a Neuquén, a Pampa Central y a Río Negro, regiones argentinas que se vaciarían integras aquí en Chillán y que proveerían de cuanto necesitasen. Estoy seguro, nos ha agregado, de que el ferrocarril de Chillán ha de ser el único que podrá estar en condiciones de establecer el tráfico entre esas regiones y esta parte del territorio chileno, pues los pasos más bajos de la cordillera son los de Atacalco y Buraleo que quedan en las mismas nacientes del Ñuble, circunstancias con las cuales no cuentan ni el ferrocarril por Antuco ni ningún otro".
Conceptos que eran ratificados a la prensa santiaguina como senador de la República por su tío Don Gonzalo Urrejola Unzueta (casado con su sobrina Doña Clara), tal como lo comunicaba el diario el diario Las Últimas Noticias el 29 de diciembre de 1910, respecto al tren que estaba construyendo su sobrino y que ya llegaba a Coihueco.
Tren a Coihueco
En diciembre de 1908, viajando en cabrita al alba, acompañado del Notario de Hacienda, Don Rudecindo de la Fuente, Don Vicente se trasladaba desde Chillán a Coihueco con el propósito de reducir a escritura pública la concesión de los terrenos donados por los propietarios de esa zona, por donde debería atravesar la línea del ferrocarril que ya había sido proyectado hacía cuatro años por una comisión de Ingenieros, encargando luego a los señores Adriano Sepúlveda y Roberto Palma siguieran gestionando con el resto de propietarios la reducción a escritura pública de la cesión de los terrenos, los que eran donados por sus propietarios inspirados y confiados en la honradez y entusiasmo de Don Vicente, mientras tanto en el Senado Don Gonzalo se conseguía la importante suma de $200.000 para iniciar los trabajos del ferrocarril, por lo que su construcción significó un costo mínimo para el Estado, importándose luego las locomotoras a vapor.
El 17 de septiembre de 1910, coincidiendo con la celebración de las Fiestas Patrias y el primer centenario de la República, llegaría por primera vez en el viaje inaugural el Tren a la ciudad de Coihueco, con gran júbilo de la población y las autoridades. Hubo juegos pirotécnicos y estallidos de pequeños trozos de dinamita para celebrar el acontecimiento, los que se colocaban en la línea férrea para que estallaran al pasar el tren. Viaje promocionado desde varios días antes, el 16 de septiembre de 1910.
El tren iniciaba su viaje desde Avenida Brasil hacia el norte, doblaba luego por Avenida Ecuador hacia el oriente, paraba unos instantes en la llamada Cruz de Riffo (hoy Dieciocho con Av. Francia), donde existía un paradero, para seguir luego hasta la estación Santa Elvira, frente al regimiento Chillán; atravesaba la Escuela Agrícola, los fundos El Mono, Venecia y Santa Laura, pasando por el lado sur del aeropuerto Bernardo O'Higgins para entrar al fundo Los Guindos y llegar a la estación General Lagos a 10 kilómetros de Chillán. Luego cruzaba el camino público atravesando los fundos La Piedra y Las Cabras, el puente del estero El Chingue para llegar a la estación de Talquipén a 18 kms. de Chillán, continuaba su ruta atravesando el fundo El Culenar teniendo su primera pendiente fuerte en la "subida de la Palma", hasta llegar a la amplia y hermosa estación de Coihueco, ubicada en la salida poniente de la ciudad, a 25 kilómetros de Chillán.
Tren a Las Termas
El 6 de febrero de 1911, en un tren mixto de dos carros de pasajeros y dos carros de carga, llegó por primera vez a Pinto, agregándose a fines de ese año seis carros lastreros y tres de pasajeros, haciéndose entrega oficial con acto de recepción de las autoridades el 1 de noviembre de 1912.
En el año 1914 el Gobierno aprobó la petición de las autoridades y vecinos de Niblinto, liderados por Don Vicente, para construir un ramal de Coihueco a Niblinto. Los agricultores junto a él ofrecieron en donación de terrenos, durmientes y mano de obra, destacando la ayuda de Don Vicente, quien realizó un importante préstamo al Estado para lograr el término de su construcción y a quien se le solía ver en esa época montado en su hermoso caballo alazán supervisando y percatándose de los avances de la línea.
En el año 1916, dirigiéndose por Tanilvoro, La Esperanza y atravesando el río Chillán, la red ferroviaria se prolongó hasta El Recinto, con locomotoras a leña. Luego en 1918 llegarían las primeras locomotoras más modernas que utilizan carbón coke de las minas Lota y Schwager. Con la llegada del tren a El Recinto, todo el sector cordillerano comenzó a valorizarse, al mejorar la conectividad con Chillán, la capital de la provincia, disminuyendo el tiempo y las incomodidades para llegar hasta Las Termas.
Así como comenzaron a llegar desde Pinto, Coihueco, sus alrededores -y especialmente del Ramal de Niblinto- toda la producción agraria de la fértil zona de Cato, Bustamante y las Hijuelas de Niblinto, cuya propietaria era la Beneficencia y de cuyas platas de su arriendo se nutría el hospital provincial.
Como justicia divina, a ocho años de haber dejado la intendencia y a dos meses de morir, mediante Ley N°4.549 del 31-01-1929, el Congreso Nacional aprobó indemnizar a Don Vicente, como gestor del proyecto de ferrocarril del ramal de Coihueco a Niblinto.