Educar evangelizando y evangelizar educando
En las últimas semanas la educación católica ha estado en los titulares de la prensa escrita de Chillán, y en los demás medios de comunicación. El nuevo panorama que nos presentan las exigencias que nos impone la Ley de Inclusión 20.845, ha sido una oportunidad valiosa para constatar la adhesión y cariño que suscitan los proyectos educativos de colegios que apuntan a la formación integral de las personas, con una dimensión trascendente hacia Dios y los valores del Reino, predicado por Jesús.La Iglesia diocesana de Chillán, desde sus inicios, ofrece un aporte significativo en la educación formal e informal de niños y jóvenes, con ocho colegios Diocesanos dirigidos por Fundaciones Educacionales Canónicas presentes en distintos lugares de la provincia, la mayoría de los cuales están insertos en sectores de especial vulnerabilidad. El Colegio San Vicente, Técnico Padre Hurtado, Seminario Padre Alberto Hurtado, Colegio parroquial San José, Teresa de Los Andes de Bulnes, Ntra. Sra. del Carmen y la Escuela Inmaculado Corazón de María de Portezuelo, y el Colegio San Agustín de Quirihue, sumando todos ellos una matrícula que bordea los 6 mil alumnos, hacen un importante aporte a las familias de la provincia de Ñuble. De la forma más responsable posible, los directorios de las fundaciones educacionales asumieron la tarea de evaluar cuidadosamente las alternativas y, junto al sentir de la Iglesia Diocesana, después de un proceso amplio de escucha han decidido asumir en todos sus colegios el "camino hacia la gratuidad", lo que significa mantener el esquema actual con subvención compartida con congelamiento-disminución del copago y aumento de la subvención estatal. Hay que decir que, desde sus orígenes, cuatro colegios diocesanos ya son gratuitos y que los colegios que se encuentran en la modalidad de subvencionados con financiamiento compartido, tendrán que hacer una transición progresiva hacia la gratuidad total que, en algunos colegios, tomará entre 17 y 24 años.La misión de educar evangelizando y evangelizar educando, en el nuevo contexto que nos da la Ley de Inclusión, se proyecta con esperanza en un esfuerzo que requiere el trabajo de toda la comunidad educativa, velando porque el Proyecto Educativo Católico sea conservado y desarrollado con amor y fidelidad. Es lo que esperan las familias que confían en la Iglesia y su gestión educativa.
Carlos Pellegrin Barrera