Después de 26 años desde que en 1989 en los últimos días de Dictadura fue arrebatado del Código Sanitario, el proyecto de ley que busca despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales sigue avanzando para abrir la posibilidad de decidir cuando estamos en alguna de estas tres situaciones tan delicadas. Hoy el Estado impone a las mujeres una posición, producto de la prohibición absoluta de interrumpir un embarazo, aún en caso de violación, de riesgo vital de la mujer y de inviabilidad extrauterina del feto, situación que ocurre sólo en cuatro países del mundo. Hoy, cuando la Presidenta Michelle Bachelet ha planteado claramente la necesidad de avanzar en materia de equidad de género, a través de una Agenda de Género maciza, estamos dando por fin una discusión que se evitó y censuró por mucho tiempo y que tuvo en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados un primer proceso que resulta exitoso si consideramos que el debate basado en las ideas y con el propósito de avanzar, ha permitido ir fortaleciendo la iniciativa presentada. Pero este proyecto toca fibras sensibles y genera reacciones, principalmente desde el desconocimiento o desde la falta de empatía hacia la situación de las mujeres. Así se levantan posiciones que en aras de sostener la caricatura acerca de una lucha de pro vidas y pro muertes, pasan por alto la real gravedad de las causas planteadas. Esta vez fueron las "violaciones no violentas", referidas por la Diputada Turres. Nos parece preocupante que una vez más, por defender posiciones personales, se emitan declaraciones lamentables, que son herederas de esa cultura en que la mujer "presta el cuerpo" en el embarazo. Eso es situar a las mujeres en una posición secundaria, es la misma lógica que justifica diferentes violencias contra las mujeres y que a estas alturas de la democracia no son admisibles. Por eso es necesario mantener un debate donde todas las mujeres hagamos escuchar nuestras voces, porque no podemos restarnos de la que, probablemente, sea la discusión más clara en las últimas décadas acerca de nuestros derechos sexuales y reproductivos, de nuestra autonomía y del respeto por nuestras vidas. Y como se trata de derechos y de abrir una opción, no de imposiciones ni de arbitrariedades, también es tiempo de tomarnos esta discusión pública con mayor altura de miras, así como lo ha entendido gran parte de la ciudadanía.
Valentina Medel Directora regional del Sename del Bío Bío