La decisión de la Corte Internacional de Justicia, que desestima la excepción de incompetencia presentada por Chile en el marco de la demanda boliviana por acceso soberano al mar, abre una etapa judicial que para coronarla con éxito requiere de un macizo apoyo ciudadano al trabajo político y jurídico en la Haya, en orden a generar en cada uno de los jueces de la Corte la convicción de que Chile no está obligado a negociar este acceso soberano. Para avanzar en la dirección señalada es imprescindible transitar de acuerdo a una hoja de ruta generada a la brevedad por el Gobierno, y ser seguida sin vacilaciones por todos los sectores políticos y sociales de Chile, tanto públicos como privados.
Esta idea puede parecer extrema, incluso puede inferirse de esta una suerte de autolimitación al derecho de expresar libremente la opinión respecto a temas que, por su esencia, son opinables. Aceptando esta eventual crítica, lo cierto es que para alcanzar la meta señalada constituye un requisito indispensable contar con un absoluto respaldo ciudadano a la estrategia que se resuelva y que este respaldo se haga sentir con fuerza tanto al interior del país como en la comunidad internacional. Este es un tema de alta relevancia; no se puede criticar la falta de estrategia, en especial en el ámbito comunicacional, si los sectores llamados a hacer visible los puntos centrales de la misma se restan de este esfuerzo y, más que eso, lo debilitan. Las declaraciones del agente chileno ante La Haya, Felipe Bulnes, haciendo ver el "gran favor a Bolivia" que hacen los que declaran la derrota de Chile en la instancia procesal pasada, es una muestra de lo anterior.
Un primer paso para alcanzar la meta de tener una sola gran voz en la materia es que el Gobierno, una vez definida la estrategia en sus aspectos públicos, la comunique de manera clara y sencilla a todos los sectores y ámbitos de la vida política y social del país, incluyendo las ideas fuerza que deben ser internalizadas por esos sectores y replicadas de manera permanente en cada oportunidad en que esto sea posible. Un segundo elemento es comprender que este es un desafío cuyo éxito es enteramente atribuible a todo un país; es, como se dice ahora, una causa-país, no apropiable en exclusiva por gobierno o sector alguno; por lo mismo, no es entendible que, por eventuales criterios de política interna, sectores o personas no apoyen la causa. Un tercer componente de esta idea es conseguir de los centros de estudio y universidades la generación de trabajos que den fuerza argumentativa a la posición chilena, toda vez que la misma está bien fundada en razones históricas, políticas y jurídicas; de lo que se trata, en consecuencia, es de aprovechar las instancias académicas, nacionales e internacionales, para dar a conocer estas razones. Por último, se requiere del apoyo de los medios de comunicación, en orden a difundir las ideas fuerza y sus argumentos de una manera sólida y precisa a la ciudadanía.
Mario Polloni, Investigador,
Centro de Estudios Estratégicos, Academia de Guerra.