El silencio de Francisco
Considerando todo el tiempo transcurrido desde que el papa Francisco dio su opinión por la situación del obispo Barros, incluyendo ácidas palabras para los sureños que rechazan su permanencia en la diócesis de Osorno, las cuales provocaron molestia en la forma y en el fondo, y que a la fecha no haya dado las justas explicaciones a los osorninos ni a los chilenos como corresponde a un líder de opinión, dando las razones que sostienen sus palabras, considerando que su vital sustento es la fe, dones celestiales y no terrenales que se debieran ver en sus acciones, sus intenciones y sus palabras que regularmente son esperadas por el mundo creyente, con una mixtura justa de verdad informada, perdón, humildad, misericordia; con igual preocupación por todos sus fieles peregrinos, todos sentimientos que debieran ser y estar grabados en su persona, en su papel de pastor religioso con todas sus letras; una de dos, definitivamente se debe concluir que Francisco está muy mal informado por sus asesores destacados en esta región del mapa, vecina a su natal Argentina, lo cual lo llevarían a pensar y dar opiniones que no se ajustarían a la realidad de los hechos, las cuales que por su peso específico en medio de tantos abusos innombrables cometidos por hombres arropados de sotana, indesmentibles, lo debieran llevar a recapacitar, documentarse y asesorarse mejor, reunirse con moros y cristianos, solo escuchando en vivo y en directo a las víctimas, a los católicos heridos por las desafinaciones de miembros activos de su clero, le permitirán entender, afinar sus apreciaciones al respecto y ayudarlos a superar las secuelas. O que su silencio total, el no darse por aludido, incluso estando al tanto de los alcances que tuvieron sus declaraciones, solo mostrarían que entre lo dicho por Jorge Mario Bergoglio al convertirse en Francisco cuando asumió de papa y lo que ha hecho existe un tremendo trecho, más que un papa sería un jefe de estado, más que un evangelista de fuste sería un político de concesiones, más cercano a lo terrenal que a lo celestial. Francisco tiene la palabra. Lo esperamos el 2016, perdón el 2017.
Luis Enrique Soler Milla.
Estado y empleados públicos
¿Es el Estado un buen empleador?Al parecer no siempre. Existe en el país una alta tasa de trabajadores en situación precaria e incierta, como es el caso de los empleados a contrata o aquellos quienes están bajo el régimen de honorarios; éstos últimos desprovistos de toda protección en salud, sin derecho a huelga y sin derechos previsionales. Se han estado haciendo algunos gestos y esfuerzos direccionados hacia el tema previsional, pero hasta ahora no representan una real solución al delicado y preocupante problema.
El gobierno de la Presidenta Bachelet se ha preocupado de enfrentar esta situación, traspasando a planta o contrata a un número significativo de trabajadores a honorarios e introduciendo algunas pequeñas mejoras salariales dentro de la administración del Estado. Se valora el esfuerzo, pero es aún insuficiente.
A estas alturas resulta incomprensible la carencia de una regulación indispensable, moderna y adecuada, lo que ha llevado muchas veces al mundo fiscal a utilizar una herramienta que les está vedada por la naturaleza de sus funciones y responsabilidades. A pesar que la huelga es ilegal, la verdad es que históricamente los trabajadores fiscales han protagonizado largos conflicto gremiales, que han terminado en negociaciones alejadas del marco legal y donde en la mayoría de los casos sin siquiera descontar los días no trabajados.
El caso, por ejemplo, de la prolongada huelga que hace algún tiempo realizara el magisterio, la paralización de los controladores aéreos o así como el recién terminado paro del Registro Civil, el que mantuvo por más de un mes en un insufrible martirio a todo el país, han terminado por convencer, tanto al gobierno como al parlamento que es preciso legislar sobre la materia para enfrentar, de una vez por todas, con decisión y determinación, las futuras relaciones laborales entre el Estado y los empleados públicos, donde se establezcan obligaciones y se reconozcan derechos, los que deben quedar claramente determinados, concordados y respetados.
Esta futura legislación debiera poner el foco en las áreas más sensibles de la administración pública, la que pueden alterar de manera cotidiana y en forma traumática la vida del pueblo, los ciudadanos o altere la normal convivencia del país o su funcionamiento estratégico, político, económico o administrativo. Recuerdo que hace varios años atrás un viejo, querido y respetado dirigente sindical nos habló de las consecuencias de no legislar en estos temas.
Guillermo Hernández Cortés, Vicepresidente P. Socialista.
País de ladrones
Un lector del diario El SUR de Concepción -Don Pedro Fritz Vejar- pregunta en carta del día 06 del presente ¿en qué o quién se puede confiar hoy en nuestro país?. Desgraciadamente debemos contestarle que hoy en Chile, "Somos todos ladrones", mientras no demostremos lo contrario. Esto ha quedado evidenciado con los carteles que hasta se ensuciaron con el papel higiénico usado por los 10 años anteriores a la "delación compensada" que ha reventado en estos días.
Víctor M. Volante Leonardi.