En estos días de octubre, que ya nos dejó, el valor testimonial de los años que pasan y que nos hacen meditar sobre el valor del tiempo, que el poeta Campoamor lo destaca poéticamente en la siguiente estrofa:
"El tiempo a todos consuela/ solo mi mal acabara, pues si estoy triste se para, y si soy dichoso vuela".
Aquí el poeta señala una clara distinción entre la alegría y la pena, situación que recientemente hemos vivido con gozo, con nostalgias y también con penas. Esta ocasión, aparte del reciente domingo 1, que nos reunió para visitar a nuestros muertos los socios el 28 de octubre cuando un grupo de miembros de la Logia Tolerancia N° 12, incluyo en su programa aniversario N° 139, la inauguración de un monolito en el cementerio municipal, el que ostenta una hermosa placa, con un elocuente texto, allí en ese lugar, un grupo, le rindió un homenaje de recuerdo a los últimos maestros fallecidos, entre los cuales aparecen los doctores Martínez Castro y Germán Villagrán García; a los Ingenieros Agrónomos Luis Villar Zarco, Alejandro Valenzuela Avilés y Luis Rocuant Trucios; a los profesores Mario Garrido, Enrique Salinas, Alfonso Valenzuela Jara y Fernando Salazar Ulloa. Sin embargo, hubo otros acontecimientos que nos llamaron la atención. Los 130 años de la fundación de la Academia Chilena de la Lengua y los 110 años de la Escuela N° 6, ahora Escuela El Tejar, que ya celebrábamos en crónicas anteriores. Ahora me referiré al bonito encuentro que celebraron los exalumnos, egresados de las aulas del Colegio Seminario en 1975. El hoy Colegio P. Hurtado se vistió de gala, cuando sus exalumnos egresados hace 40 años, tuvieron aquí la semana antepasada su primer encuentro masivo.
La comisión organizadora de esta convocatoria invitó también a los profesores de entonces y a los de hoy. En esa circunstancia, por haber sido yo docente de este colegio, fui invitado por la comisión constituida por los exalumnos Ricardo Asfura, ex Coronel de carabineros en retiro, el abogado Ignacio Marín ex Gobernador y la exalumna María Orrego Yéber. Fue muy importante la gestión de esta comisión. Su diligencia permitió la llegada de un centenar de ex alumnos, que culminó después de variados compromisos con una convivencia en los salones de eventos "Odisea", oportunidad que nos brindó la ocasión de conversar con el ex Rector Renato Hevia, de recordada trayectoria, como jefe de este plantel. Para mí fue, de gran contenido emocional, pues fui alumno de este colegio en el sexenio 1939 - 1944 y lo fue, porque es una tremenda emoción, encontrarse con exalumnos que ya son abuelos, que peinan canas. Con razón un pensador definió los recuerdos, como "Las canas del corazón". Un sentido reconocimiento al Colegio y a sus ex profesores, en un atractivo marco, fue la nota de despedida de nuestros exalumnos.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.