Estamos en las postrimerías del 2015 y nos disponemos a hacer los necesarios balances vitales, mirando las cosas con el mayor optimismo posible, con el fin de entrar en el siguiente con la esperanza de que va a ser mejor. Pero, en la hora de "ver" aquellos balances, la figura del vaso medio lleno y el del medio vacío juegan un papel importante. Debemos dividir lo que vemos, en lo personal y en lo colectivo. Por ejemplo, yo en el aspecto personal veo el año que se va con el vaso no sólo medio vacío, sino vacío completo. En lo familiar, perdí gente linda, referente de mi accionar general. Y eso me ha dolido intensamente.
En lo colectivo local, creo que ha sido un año lleno de expectativas, vislumbrando en el horizonte la Región del Ñuble; un Chillán que despierta los entusiasmos, con talentos que rompen silencios y oscuridades, y que comienzan a brillar en sus especialidades. Deportistas que comienzan a codearse con la elite nacional e internacional; creativos visuales que avanzan con paso seguro por los salones y por los cines. Músicos que asombran y otros que insinúan futuros luminosos.
Y a nivel general de la Humanidad, el vaso no puede estar más vacío. Las guerras destruyendo vidas y ciudades, provocando diásporas que ofenden, exilios de vergüenza, muerte en las travesías inhumanas que buscan paz a través de mares revueltos. El terrorismo indiscriminado y feroz, sembrando cadáveres de inocentes, despertando odios, destruyendo la inteligencia. Y la corrupción, abriendo las desconfianzas, ofendiendo las dignidades y profundizando las debilidades de las democracias que forman marcos de convivencia. Corrupción responsable de mostrar los rostros ofensores, con muecas de indignidad humana.
Son vasos vacíos que impiden la visión de lo futuro, que tapan horizontes, que nos dejan mínimos, acorralados en el rincón más oscuro de la Historia.
Debemos buscar las razones para ver el vaso medio lleno. Y lo primero que debemos hacer es no dejarnos amilanar por los negativismos. Si somos capaces de detectar nuestros errores, también lo seremos para corregirlos. Si percibimos la magnitud de los tropiezos, también sabremos levantarnos para seguir avanzando. Si la oscuridad la rompemos con el brillo de la esperanza, observaremos que vamos en la dirección correcta hacia la mejor convivencia, hacia la dignidad que honra, hacia los paisajes que nos devuelven la sonrisa, hacia lo que nos permite aspirar los aires de la felicidad. Y como creo en el vaso medio lleno, lo alzo en este momento y brindo con ustedes por un mundo mejor…¡Salud!.
Miguel Ángel San Martín Periodista.