Rodrigo Lara vive entre buenos aires y santiago.
"Episodios ignorados de la historia de Chile"
Rodrigo Lara Serrano
Editorial Catalonia
200 páginas
$12.400
Los desconocidos y sorprendentes relatos de la historia de Chile
Esos momentos y dos docenas más presenta el escritor, dibujante y periodista Rodrigo Lara en "La patria insospechada" (Catalonia), un reciente volumen que nada en las alucinadas aguas de la historia.
-¿Cómo eras en el colegio para Historia?
-Era bueno. Pero eso se lo debo a una tía maravillosa, Corina Lara, que me regaló, aparte de revistas Disneylandia que enviaba a empastar, la mitad de la enciclopedia Larousse ilustrada para adultos. Era una wikipedia que funcionaba sin electricidad. Recuerdo que me impresionó mucho la historia de Roma, que venía en capítulos. Claro, en 3D, estaba la estatua de Bernardo O'Higgins con el caballo encabritado en la Alameda.
-¿Te acuerdas de algún profesor en especial?
-De Historia, en el colegio, no. Sí en la enseñanza media. Tuve un profesor, en ese momento recién egresado, que era una maravilla, de apellido Galaz, que un día en un pasillo me dijo que los héroes patrios se iban haciendo más y más grandes y de bronce a medida que pasaba el tiempo, precisamente para que lo resistieran. Y no puedo dejar de mencionar a Viterbo Osorio, profesor de Filosofía que había sido alumno de Martin Heidegger. Un hombre brillante que vivía un exilio interior dando clases en liceos.
-¿Y cómo compusiste el libro?
-Viviendo en Buenos Aires y sin venir mucho a Chile, comencé a comprar libros usados de viajeros que habían venido a Sudamérica, en particular al Virreinato del Río de la Plata y el Reyno de Chile, como así también de testigos o participantes en las guerras de la Independencia. También me leí "La Invención de una nación: Washington, Adams y Jefferson" de Gore Vidal, "Retratos en miniatura" de Lytton Strachey y "Los Libertadores" de Robert Harvey. Encontré en ellos una manera de acercarse, de volver a la vida a figuras y momentos históricos muy seductora, nada acartonada. También influyeron cosas personales: historias de la infancia y adolescencia de mi papá, que alcanzó a conocer el mundo del sur a principios del siglo pasado.
26 capítulos
Cuenta Lara, quien vive entre Buenos Aires y Santiago, que los 26 episodios que componen el libro fueron acopiados desde 2011 de manera regular, "cada historia nace de una hilachita, una pista, un dato que me hace click en la cabeza". La más reciente es la de Angata y su revolución pascuense que nació de una conversación que sostuvo en el trayecto de un viaje a Pichilemu con el antropólogo Pablo Seward.
La primera que rastreó fue la romántica historia del paso por Valparaíso del pintor inglés James McNeil Whistler. "Eso fue una gran sorpresa. Siempre había fantaseado con Joseph Conrad en Valparaíso que, al parecer, nunca estuvo, pese a su novela 'chilena', la muy entretenida 'Gaspar Ruiz', ¿pero Whistler, el amigo de Monet, el admirador y amigo de Courbet y Manet? Insólito que nadie lo mencionara".
-¿Cuál de estas historias fue la que te dio más placer escribir?
-A estas alturas se me confunden, pero la de Whistler en Valparaíso y la de Manuel Rodríguez lector de novelas ilustradas, me llevaron a conocer y armar pequeños frescos o mini películas, por así decirlo, pasando por el cedazo mucha información para sintetizar algo que lograra un remedo de la vida.
-¿Por qué se superponen distintos relatos en cada capítulo?
-Hay un libro de James Burke que se llama "Conexiones" y muestra cómo cosas aparentemente alejadas, por ejemplo la moda de las chaquetas militares durante las guerras napoleónicas y el problema de acuñar monedas que no se pudieran falsificar, en un momento se conectan y pasan cosas inesperadas. Pienso que si se trabaja con fuentes secundarias, la posibilidad de darle valor agregado es confrontar o armonizar esas fuentes. En ese sentido, mis crónicas no dicen "esto es cierto", sino más bien "aquí hay una posibilidad o un olvido que vale la pena desentrañar".
-¿A qué crees que se debe el éxito de libros que cuentan historias no conocidas, exploraciones del lado B?
-Hay que hacer una diferenciación clara. Tomar hechos de la historia para expresar fantasmas propios y construir relatos que buscan entretener y hacer arte es legítimo y tiene largos antecedentes en Chile: "Pacha Pulai", "La Ciudad de los Césares", los policiales de Carlos Tromben, el libro sobre el Teniente Bello de Alberto Rojas, algunas novelas de Jorge Edwards, "Adiós al Séptimo de Línea" y hasta "Casa de campo" de José Donoso, por mencionar unos pocos. También en la crónica de raíz periodística hay antecedentes, pienso en "La novela de Balmaceda", que no es una novela, de Joaquín Edwards Bello. Lo que puede ser novedoso es el rescate de hechos y personajes reales en una o muchas crónicas y decir algo como "miren, esto es más importante o más significativo de lo que pensamos". Plantear que el olvido de la muerte de un soldado español apaleado, por no querer prestarse para la esclavización de una mujer indígena, podría decir mucho más de dónde venimos y quiénes somos que la batalla de Curalaba.
-¿Obedecerá su lectura a una cierta ansia de revisar nuestra identidad nacional?
-En las repúblicas modernas y democráticas, las identidades de las personas se supone que son más variadas, libres y plenas, en la medida de lo humano, que en una dictadura totalitaria o una monarquía absoluta. Pensemos, por ejemplo, que en el Chile de hoy las mujeres son mucho más libres y, por tanto, interesantes y variadas que en el Chile de 1915. Ahora, la falta de oportunidades y la pobreza dificultan, podan, esas posibilidades. Quienes han salido de la pobreza o luchan por hacerlo es posible que, como quienes pueden ir a otros países a estudiar, turistear o vivir, se pregunten sobre qué significa, a qué obliga, o no, ser chileno. Porque la chilenidad no es una figura cerrada y ya definida, sigue construyéndose y, de hecho, si pensamos en los ideales de los patriotas, puede fracasar si no ofrece un piso mínimo que asegure la libertad y la decencia de todos los que nacen o se convierten en chilenos.
-Hoy escuché decir por la radio que este tipo de libros nos alejan de la lectura de la historia escrita por historiadores clásicos. Lo dijo Ernesto Ottone padre en la radio Cooperativa, ¿qué opinas de esta afirmación?
-Puede ser cierto si quien los lee lo hace con un "espíritu Tinder": rápido, simple y en blanco y negro; tal padre de la patria es un héroe y este otro es un villano, pero pienso que generalizar empobrece. Porque, si bien para algunos puede ser facilista, para muchos no tengo dudas que es el primer paso para seguir buscando y formando una opinión propia, justamente porque quieren escapar del esquematismo escolar. No se trata de pasar de un resumen interesado a otro resumen interesado. En estos libros de crónicas relacionadas con detalles o momentos de la Historia, se trata de revivirla, encontrar una inspiración o darse la oportunidad de aceptar su complejidad.
Próceres
-¿Cuáles serían las tres figuras históricas chilenas de mayor temple?
-Creo que son muchas. Prat mismo demostró un temple casi temerario varias veces antes del abordaje. Pero quisiera mencionar al coronel Hermógenes Camus y al intendente Enrique Villegas, quienes lideraron la retirada del Ejército leal a Balmaceda cruzando el desierto de Antofagasta, el salar de Uyuni en Bolivia y todo el noroeste de Argentina rumbo a Santiago en un viaje de 1.300 kilómetros durante la Guerra Civil.
-¿Carrerista u O'higginista?
-Veo una diferencia entre Carrera y O'Higgins. El primero me parece más "napoleónico" que el segundo, más ansioso de gloria que de ser un visionario en busca de crear un Estado viable. En retrospectiva, fue una suerte que O'Higgins no fuera un gran militar, capaz que se le habrían ido los humos a la cabeza, y también que fuese hijo de un funcionario monárquico bastante outsider, interesado en el progreso civil. Cosa que él imitó y estableció como una opción más que noble. Mejor arados que sables.
Burton en valparaíso
-¿Cómo te enteraste del paso de Richard Francis Burton por Valparaíso?
-Pepe Donoso quería escribir una novela sobre él, lo comentó una o más veces en su taller, pero sólo había encontrado una frase enigmática o banal, no lo sabemos, en sus memorias y papeles. Por mi parte, años después, encontré otra referencia mínima, en uno de sus libros, a Valparaíso. Lo que sí escribió Pepe fue una linda y notable crónica sobre la vida de Burton que alguna vez publicó "El Mercurio" de Santiago.
-Estuviste en el taller de José Donoso, ¿qué recuerdas de esos días?
-Fue muy importante. Estuve tres años. Uno de cuento y dos de novela. Era la dictadura y allí había una libertad de pensamiento, de conversación, de intercambio maravilloso entre personas de distintas edades, orígenes sociales, historias personales y formaciones académicas que te enriquecía casi por osmosis. Después, alguna vez se habló de los "donositos", pero nada más lejos de uniformidad que ese taller: por ahí pasaban Darío Osses y Marco Antonio de la Parra, Alberto Fuguet y Fernando Sáez, Ágata Giglo y Arturo Fontaine.
-¿Escribes o has escrito poesía?
-Poesía, sí. Totalmente. Tengo, como decía alguien hace mucho, tres libros de poesía publicados en mi casa.
-¿Tienes algún proyecto de libro en mente?
-Acabo de terminar una novela que ocurre cuando los seres humanos dejan de vivir de día y pasan a vivir de noche y dormir cuando el sol está alto. Creo que no se ha escrito nada parecido, al menos en el Cono Sur. Estoy buscando editorial que la publique.
Por Amelia Carvallo
¿Sabía que el abuelo del poeta Lord Byron naufragó en el Golfo de Penas en 1741?, ¿o que el desayuno de 1822 en Chile era un tazón de chocolate, un vasito de vino y caldo de carne?; ¿y qué hay con que en 1953 el poeta salvadoreño Roque Dalton vino a estudiar Derecho a la Universidad de Chile?, ¿o la casi guerra que tuvimos con Estados Unidos en 1892 para la cual Alva Edison preparaba un arma letal: los chorros de agua electrificada?
"Carrera me parece más napoleónico que O' Higgins, más ansioso de gloria que de ser un visionario en busca de crear un Estado viable".
ISIDORA RODRÍGUEZ MARTY