Hace unos quince años, más o menos, vine desde España con el fin de ver las posibilidades de radicarme definitivamente en mi tierra de origen. Y me invitaron a un evento importante en un hotel de nuestra ciudad. Nada más terminar el acto central, se me acercó un señor delgado, elegantemente vestido y con una fluidez propia de quienes saben lo que quieren. Me habló de una dura batalla que daba en beneficio de los consumidores. Y me pidió información de lo que ocurría en España sobre ese mismo tema, que estaba bastante avanzado. Y me hizo encargos, pidiéndome documentación jurídica y contactos con las entidades defensoras de los consumidores en aquel país europeo.
Don Jorge Castillo Gajardo era así de apasionado y de constante. Con la idea fija del servicio público, no le importaba golpear cualquier puerta si detrás de ella podía conseguir algo para la misión que abordaba.
Surgió en mi la admiración por él, por su decisión para asumir tareas autoimpuestas, por su claridad para explicar sus proyectos, por su capacidad de convencimiento a quien le escuchara.
Más tarde, hace poco más de 9 años, cuando ya me radiqué en el Chillán de mis ancestros, seguí viendo a Don Jorge y escuchándole. Enarbolando los argumentos suficientes por convertir a Ñuble en Región. Y lo hacía con la elegancia acostumbrada en su palabra, en sus modales y en su vestir. Siempre convincente y consecuente en su intento de convertir en acción su palabra, en transformar en realidad su anhelo.
Hoy me cuentan que Don Jorge se ha ido para siempre. Y me resisto a creerlo. Me parece verlo de nuevo transitar por nuestro Chillán, apretando manos, enviando saludos a la antigua tocándose el sombrero y con su rostro serio tras la idea que no terminaba de madurar. Dos períodos consecutivos estuvo al frente del Comité Ñuble Región, contra la abulia de muchos, contra la sonrisa irónica de otros, pero contando con el seguimiento creciente y convencido de tantos.
Me parece que Don Jorge no se ha ido. Me parece que su figura y su accionar han quedado prendidos en aquella votación del Congreso que aprobó la idea de legislar sobre Ñuble Región. O sea, que se quedó con la sonrisa grabada en el alma, tras ver abierta la puerta de la concreción de un sueño que casi veinte años antes inició con su hermano Andrés y con un puñado de veteranos visionarios como él. No. No es verdad que se haya ido. Don Jorge Castillo se quedó enredado entre los pliegues de la inminente Región del Ñuble.
Miguel Ángel San Martín, Periodista.