Diversos economistas serios han señalado en días recientes la posibilidad que hoy nos encontremos viviendo un proceso de retroceso de la globalización, como efecto de los recortes en la exportación de bienes y servicios que han informado varias naciones.
La discusión merece algunas precisiones: la primera observación es que el proceso de globalización abarca mucho más que datos estadísticos o estimaciones económicas del crecimiento mundial, regional o local, sino que también importa una interconexión cultural, comunicacional, social y política. De manera que podemos afirmar que estamos simplemente ante un ajuste del comercio internacional.
En lo que dice relación al transporte de mercaderías, debemos tener en mente el crecimiento de la economía mundial, que durante el año 2015 alcanzó el 3%, en relación al período anterior. Es decir, pese a que el 2015 no fue especialmente bueno, la economía global mantuvo su crecimiento. Diversos informes emanados de autoridades y organismos económicos de las más diversas latitudes exponen una reducción del comercio mundial, pero dicha disminución no ha sido provocada por medidas proteccionistas, sino por el contrario, se ha seguido avanzando en la apertura de los mercados y en la eliminación de barreras comerciales.
Tampoco se puede afirmar que las disminuciones de costos operacionales del comercio internacional impliquen una contracción, por el contrario, el petróleo ha alcanzado mínimos que normalmente se deberían manifestar como un impulso al transporte de bienes. Además, la disminución de los precios de los commodities para las economías industrializadas representa un significativo ahorro en sus importaciones y pese a la disminución de exportaciones, les permite tener una balanza comercial con números azules.
El intercambio comercial ha sido reajustado, ya que la disminución de precios de las materias primas nos permite vislumbrar un menor incentivo a las exportaciones. Por un lado, el menor valor de los commodities desincentiva la explotación de estos y, por otro, el país industrializado logra cubrir sus costos y mantener una ganancia con menos exportaciones, ya que sus costos han disminuido.
Al encontrarnos ante un bajo precio de transacción del cobre surgen voces que llaman a disminuir la producción, otros proponen la formación de un bloque de países con características similares a la OPEP, con fuerza suficiente para controlar su precio. Tomando en cuenta las enseñanzas que nos da la historia, consideramos que no debemos disminuir la producción del cobre, ya que existe la amenaza de que surjan nuevos materiales que supriman el metal rojo, como ya aconteció con el salitre.
Por Patricio Valdés, Académico Facultad de Derecho, Universidad Central.