Laura Bustos, la niña poetisa de San Carlos
El posicionamiento del Internet para la producción, junto con seguir democratizando de manera equitativa el acceso en las zonas rurales, es uno de los mayores desafíos de hoy. Su enfermedad le permitía solo horas para escribir, pero inspirada era capaz de hacer un poema en un instante.
Laura Bustos murió en San Carlos, donde nació, a los doce años de edad, el año 1897, dejando tras de sí una producción literaria consistente en una gran cantidad de poemas publicados por su padre con el nombre de Rimas de Laura Bustos, a casi dos años de su muerte. Después de esto, el nombre de Laura Bustos cayó en el olvido, salvo para algunos conocedores. El trabajo realizado por las investigadoras Natalie Guerra, Belén Fernández, Michele Benavides, publicado recientemente, ha redecubierto a Laura Bustos en todo su valor.
Laura, Laurita, "el bultito" como la llamaba su padre, contrajo tisis o tuberculosis tempranamente, epidemia que azotó a Chile en el siglo diecinueve, diezmando los campos, especialmente los sectores populares. La Familia Bustos Navarrete, pese a su sólida posición económica, no estuvo exenta a este flagelo, pagando con la muerte prematura de su hija.
Laura Bustos encontró refugio en la poesía, mientras luchaba con su enfermedad. Empezó a escribir cuando apenas tenía unos pocos años. Sus primeras composiciones tienen como referencias las cosas más elementales de su mundo infantil, siempre con una mirada ya muy femenina, son, pues, el vestido, un delantal, una capa, por ejemplo, los objetos de sus versos, o el sol, la luna, la familia, la muñeca, las flores. Nada extraño para una niña de siete o diez años.
La enfermedad misma, los viajes realizados por sus estudios o en busca de sitios aptos para su delicada salud amplían su mundo y su percepción del mismo. Leáse lo que dice de San Carlos al despedirse de su pueblo: "San Carlos no tiene gente muy rica/aunque debiera tener/y yo te digo lector/que no cumplen con su deber/pues la gente de San Carlos/cuando ricas representan, no quieren ser sancarlinas/ y de este pueblo se ausentan". Ella misma se ausentó para irse a vivir a Chillán por un corto tiempo y dice al encontrarse cerca de la Iglesia San Francisco: "Vi a Chillán la vez primera/Y la encontré tan hermosas/cual una bella quimera".
Sus padres la llevan a San Fabián de Alico, a Lara, al fundo "La Mortandad" en plena cordillera para darle aire puro, limpio para aliviar sus dolencias como se creía en esa época. Tampoco olvidan educar a esta hija que pese a su flagelo se muestra deseosa de estudiar, empaparse de la cultura universal. Todo lo que pide: libros, vestidos, hasta tierra se lo conceden, pero no pueden aliviar su mal: "¡Luego ven papá querido/Y preséntate a mi vista/ Que mi vida es un gemido/ y ven antes que se extinga".
De Laura Bustos no tenemos ninguna fotografía ni un retrato, ni siquiera familia ubicable hasta la fecha, solamente su obra y su apodo familiar: "el bultito", elementos sobre los cuales se levanta la figura- o la leyenda- de Laura Bustos, la niña poetisa.
Héctor Caro Quilodrán, Profesor y Escritor.