Uno de los privilegios de periodista del sector político fue conocer a don Patricio Aylwin desde años antes de su elección. Lo entrevisté y conversé con él muchas veces. Nunca lo vi cambiar. Siempre cordial y atento. Y cazurro. Generalmente, cuando quería plantear un punto de vista diferente o no deseaba responder a una pregunta, usaba un verbo: "Excúseme, pero…". Otra de sus muletillas verbales era: "Mire…", con la cual ganaba tiempo para responder.
Una de sus primeras actividades, luego de asumir, fue visitar "La Copucha", tradicional oficina de la Agrupación de Reporteros de Moneda. Sostuvo un grato diálogo con sus integrantes. Precisó: "No podía comenzar mi gestión sin venir a saludarlos. Ustedes son importantes. Espero que hagan bien su trabajo". Luego preguntó: ¿Quién es el más antiguo de los periodistas? Yo, Presidente, y estoy preparando un libro. ¿Y cuál va a ser su título? ¡Seis Presidentes distintos y un solo periodista, no más!
En lo estrictamente político, fue el hombre justo para el momento justo. Consciente de que el país venía saliendo de casi veinte años de gobierno militar, no vaciló en plantear que se harían las cosas "en la medida de lo posible". Esa frase fue otra de sus definiciones clave. Y se atuvo a ella. Realista, jamás habló de aplanadoras o retroexcavadoras, como se estila hoy. Hasta los temas más conflictivos, como la Constitución y el informe de la "Comisión Verdad", sobre los derechos humanos, los planteó con inteligencia. Y con emoción. Al dar a conocer su texto, en La Moneda, lloró y pidió perdón al país por lo ocurrido.
Lo más justo que se podría decir de él es que no levantó muros, sino que construyó puentes para reunificar a Chile. Se manejó con elegancia y cuidado en sus relaciones con el general Augusto Pinochet, quien se mantuvo en la Comandancia en Jefe del Ejército durante su mandato. Es más, en su primera entrevista como presidente electo, el diálogo fue el siguiente: Bueno, general, usted seguirá al frente del Ejército, como lo plantea la Constitución.
-Naturalmente, pues Presidente. Y creo que a usted le conviene. Va a ser bueno para su gobierno, que así gozará de respaldo y tranquilidad. Ya se va a dar cuenta. Ambos rieron.
Al momento de la transmisión del mando, en el Congreso Pleno, Pinochet entregó la banda presidencial a don Patricio. Éste insinuó regresar a su asiento. Pinochet, cazurro, le dijo: "Momentito, falta esto". Y le entregó la piocha de O'Higgins, que no todos conocen. En voz baja, agregó: "Éste es el verdadero símbolo del mando en Chile".
Su gran anhelo lo proclamó en su primer discurso, luego de asumir: "Un Chile libre, justo y democrático. Una nación de hermanos". Se empeñó en esta tarea, "en la medida de lo posible", su frase favorita.
Raúl Rojas,
Periodista y Académico.