La izquierda con la bandera de la igualdad y la derecha con la bandera de la libertad, nos contraponen en una lucha política en cuyo discurso y acción nos proponen el bien común de toda una ciudadanía. Ambos planteamientos sienten y proclaman que tienen la razón y la llave del éxito para alcanzar la sociedad del bienestar que todos anhelamos: educación, salud, vivienda, seguridad, etc.
Proclamar la libertad es rescatar una nota esencial del ser humano, que lleva a desarrollar la responsabilidad, el esfuerzo y por ende la creatividad que te hace constructor de tu futuro y de tu autodeterminación en lo que eres y en lo que haces. Sabemos que extremar la libertad individual nos lleva a olvidarnos de la libertad del otro, como sí los otros no importaran para el anhelado proyecto común que tenemos.
En cambio la igualdad rescata y acentúa otra verdad que no podemos olvidar, somos seres sociales y gregarios, formamos parte de un todo y nos desarrollamos en y con la sociedad, ya que mis acciones influyen directamente en los otros; es decir, no somos entes aislados y debemos responsabilizarnos de los otros.
El descontento de hoy es la desigualdad y en palabras de Landerretche "el conflicto ideológico y político del siglo XX es que este fue un concurso entre dos ideales que se veían como contradictorios: libertad e igualdad. Acto seguido, se estira el argumento para afirmar que este debate describe también el conflicto entre la izquierda y la derecha" (Vivir Juntos). Para responder a la desigualdad existente la derecha propone la "igualdad de oportunidades", y la izquierda no desconoce la libertad pero defiende "políticas públicas redistributivas" que algunos ven como "estatistas" pero argumentan que estas son, en verdad, creadoras de libertad.
En definitiva, en política más allá de las izquierdas o derechas, ambos planteamientos nos recuerdan elementos esenciales que configuran la naturaleza humana. Debemos asumir la libertad y la igualdad no como opuestas entre sí, sino recordando que los seres humanos somos iguales pero distintos, así nos hizo Dios. Si me acomoda la libertad asegúrate de no pisotear la dignidad de los que son iguales, y si te acomoda la igualdad esfuérzate por reconocer la libertad de los otros; ya que no hay libertad sino nos tratamos como iguales.
Pbro. Alejandro Cid Marchant, Lic. en Filosofía, Obispado de Chillán.