El 85% de los chilenos sostiene que leer en Chile es caro. El 88% reconoce que la población lee poco. Un 95% cree que una de las razones es el IVA al libro, el cual se debería eliminar. Todo esto, según un estudio del centro de investigación In Situ. Las afirmaciones son parcialmente ciertas. Es cierto que los libros en el país son caros. Pero también es efectivo que existen numerosas obras y librerías donde se pueden encontrar a bajo precio. Todo esto, sin mencionar las obras de segunda mano, en ocasiones en tan buen estado como las nuevas. Y también sin tomar en cuenta la intensa creación de bibliotecas municipales y de otras organizaciones, que todavía registran subdemanda en relación a su oferta.
El chileno lee cada vez menos. Apenas el 28% de la población dedica entre dos y cinco horas a la semana a esta actividad. Un 34%, menos de dos horas. El 14% sencillamente no lee. Para disculparse, recurren al precio. No faltan los que dicen que no tienen tiempo. Y por ahí también están los que señalan que, al leer, le quitan tiempo a su familia, lo que es doblemente falso, porque también se puede compartir lectura a nivel parental. ¿Y qué hay del tiempo que dedican a tomar un trago en un bar?
Lo que pocos reconocen en público es que se "aburren" leyendo. Se niegan a reconocer que los libros obligan a pensar, que demandan actividad cerebral. Tampoco reconocen que consideran mucho más "atractivo" ver tres o cuatro horas de televisión y dedicar igual tiempo a "chatear", "twitear", "whatsapear" o "instangramear", "selfear", además de otros neologismos que dan cuenta de la banalidad de los tiempos que vivimos. Conclusión: no es tema "con IVA" ni "sin IVA". La TV tiene una fuerte responsabilidad en el tema. Los programas culturales, en su mayoría, son aburridos o de pobre calidad. Además, abusan del término. Cada fin de semana, por ejemplo, los televidentes deben presenciar "espacios culturales" en que los conductores y sus equipos se dedican a visitar "picadas", y a devorar cuanta comida gratis puedan consumir a cambio de la respectiva aparición en pantalla, dirección incluida.
El sistema escolar no lo hace mal. Para no agotar ni tensionar a los niños, dejó de lado el casi el 100% de los buenos autores. La lectura obligatoria y con nota desapareció, a fin de no provocarles "estrés". Fue reemplazada por obras mediocres, de dudosa utilidad y pobre aporte cultural. Y aún así, sólo se leen "para la nota". ¿Y por qué los niños de antes no se estresaba? ¡Es que cambiaron los tiempos!, dirán algunos con cara de sabios. . Claro, cambiaron para mal. Nos quejamos de nuestra pobre comprensión lectora, mala redacción, pésima ortografía o pobrísima expresión oral. No es tema de precio ni de falta de opciones. Buena parte de la población joven y adulta perdió el hábito de leer un buen libro. Lo reemplazó por programas de farándula o por el smartphone, juegos incluidos. El problema no está en el IVA, sino en el modelo de vida.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.