En nuestro país ya nos acostumbramos a vivir en estado de alerta por todo: alarma de marejada, tsunami, emergencia y preemergencia ambiental, advertencias sobre peligros de los alimentos, de la tecnología, etcétera. Llevamos una existencia asustada y poco feliz.
La última contribución fue del Instituto de Salud Pública -ISP- que difundió una lista de los 20 medicamentos más vendidos sin receta en Chile y advirtió sobre los peligros de su ingesta . A tal diagnóstico se sumó rápidamente el Centro de Toxicología de la UC. Uno sus especialistas advirtió que el abuso en la automedicación constituye las primeras causa de intoxicación en el país. Fue más allá y advirtió sobre peligros de fármacos basados en plantas y hierbas, llamados "naturales". O sea, uno no debería tomarse ni un modesto tilo cuando está resfriado.
Según la última Encuesta Nacional de Salud, que data de 2010, el 25% de la población tiene tranquilizantes en sus botiquines caseros. Un 45% maneja habitualmente antinflamatorios, y un 70%, analgésicos.
De acuerdo a lo planteado por el ISP y lo advertido por la UC, nadie debería consumir ningún remedio sin antes consultar un médico. Claro, con todo respeto, ese sería el ideal para los médicos, por el brutal aumento de sus consultas e ingresos. ¿Pero estamos preparados para esto? ¿Saben los alarmistas que nadie está dispuesto a pagar $ 15 mil por una consulta, más locomoción y tiempo, para que le prescriban un Paracetamol o un Ibuprofeno?
En materia de salud, hay que vivir conectado a la realidad. ¿Con qué autoridad advierten, por ejemplo, contra el paracetamol, si es lo primero que prescriben en los servicios de urgencia, a fin de que la gente se vaya luego a su casa? ¿Si a una persona se inflama algo, y no es grave, debe pagar $ 30 mil o más a un especialista, para que le ordenen lo que ya sabe que debe tomar?
Me quedo, en gran parte con la automedicación responsable. Si uno consulta un facultativo para un modesto dolor de cabeza, pueden ordenarle hasta un escáner cerebral, con un costo de casi $ 200 mil. Es posible que no revele nada porque, y, esto no todos lo saben, existen más de 200 causas conocidas de cefaleas. Lo que puede ocurrir si las personas se ciñen a las sirenas alarmistas es que se mejoren con prescripción médica, pero terminen enfermas del bolsillo y deban ingresar a tratamiento presupuestario intensivo antes de fin de mes.
Esta columna termina porque recién me dolió la cabeza y voy a tomar un antiguo y eficiente Geniol, tan antiguo como el Mejoral y el Aliviol. Lo haré sin receta y tendré doble satisfacción: mejorarme y ahorrar entre $ 15 mil $ 30 mil. Eso sería todo. Lea esta columna dos veces al día, antes de cada comida.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.