Es probable que la gran pérdida de confianza que afecta al país, también esté muy afectada por la soberbia con que muchos plantean sus exigencias al debatir. En Chile se habla más que antes -lo que es bueno-, pero ciertamente se escucha menos que ayer, lo que es, a todas luces, muy malo.

De un tiempo a esta parte, no pocos pretenden establecer que la búsqueda de acuerdos es una mala acción en sí misma. Peor es cuando tal juicio viene desde la propia clase política que así pretende renunciar a la más elemental de sus características: el diálogo para lograr unión con respeto a la diferencia.

Si algo caracterizó a Chile en sus mejores años -desde el punto de vista económico y político- fue precisamente la fuerte convicción de la conversación necesaria. Ello era un activo y no una puesta en escena que generara vergüenza.

¿Qué vemos hoy? Por ejemplo, a jóvenes que protestan -a veces, legítimamente- desde la creencia ciega de la verdad absoluta. Afirman que la historia parte hoy, lo que equivale a desconocer y negar los sacrificios de generaciones precedentes.

La clase política hace lo mismo. Cada postura es la única.

Es curioso porque hoy valoramos y respetamos la diferencia, cuando nos referimos a las minorías, pero no sabemos llevar eso mismo a la construcción de ciudad, región o país. Parecemos impedidos de buscar el punto en común.

El discurso de que Chile quiere renunciar a su pasado reciente, despreciando lo conseguido y sintiéndose absurdamente acomplejado de lo obrado, es tan sorprendente como falso y equivocado.

Nuestra nación ha reducido la pobreza, es más rico, abierto al mundo, hay más oportunidades y eso se ha conseguido fundamentalmente porque ha existido una coherencia en el trabajo desarrollado lo largo de décadas.

Los casos foráneos van en la misma línea. La educación finlandesa es posible porque existe un consenso y ánimo colaborativo, no una acentuación de la diferencia menor. Estamos a tiempo de corregir los diagnósticos, pero por sobre todo de escucharnos más.

Hace 3 años | 21 de agosto de 2013

Piñera priorizó obras en municipios de la Alianza

En Chillán inauguró el Centro Cultural Gonzalo Rojas; en Pinto cortó la cinta del estadio municipal y en Coihueco, la nueva plaza de armas. Primer Mandatario, Sebastián Piñera, que tuvo una fría recepción en Chillán Viejo, comprometió mayor dotación policial en comunas y habló de la cárcel.

Hace 2 años | 21 de agosto de 2014

Bachelet compromete envío de proyecto antes de 5 meses

Pese a que su discurso se centró en la figura de O'Higgins, al final de la ceremonia la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, pronunció lo que todos esperaban: proyecto antes de fin de año. Alcaldes: "Le demostramos la fuerza y la unión que tenemos". Hérex Fuentes le entregó las 86 mil firmas.

Hace 1 año | 21 de agosto de 2015

Día histórico para Ñuble con la firma del Proyecto

Presidenta Bachelet firmó entre aplausos el proyecto de ley que crea la XVI Región del Ñuble, tras 18 años de espera. Subdere espera que su tramitación dure alrededor de 24 meses, mientras alcaldes ya se disputan sus capitales provinciales. Parlamentarios de la zona anticipan que durante su discusión, el proyecto puede sufrir varias modificaciones.

Celebrar y recordar la pascua de san Alberto Hurtado es rememorar sus enseñanzas, el ardor de un hombre chileno con un corazón incansable en su compromiso con el prójimo, que con su ejemplo nos llama a salir de nosotros mismos para ponernos en el lugar del otro en todos los ámbitos, tanto sociales como espirituales.

Al compartir nuestra vida nos enriquecemos con las experiencias que otros tienen, ampliar nuestros horizontes nos invita a ver lo que otros han visto y vivido, así se enriquece la realidad con distintos puntos de vistas que nos hacen salir de nuestra burbuja, de nuestra particular mirada; es un ejercicio fácil de entender pero difícil de vivir, puesto que necesitamos romper el egoísmo que nos lleva a sentirnos dueños de la verdad y únicos centros de la existencia.

El ser humano es un fin, en sí mismo, y por tanto cada hombre no es un medio, y como cada hombre es un fin, la regla que nos une es que "debo hacer a los demás lo que quiero que ellos me hagan" (cf. Mt 7, 12), es el respeto a la dignidad de cada uno. Reducir al otro a un medio u objeto, y no sujeto, es esclavizarlo, lo que te priva de la riqueza y particularidad de esa persona, por eso, entendemos que el amor es desear y hacer el bien al otro, que te hace un bien y te enriquece a ti mismo, y a su vez hacemos propias las palabras del Señor: "Más bienaventurado es dar que recibir" (cf. Hch 20,35). Si soy un fin en sí mismo y me absolutizo, me encierro en sí mismo, dejando de ser un bien. En otras palabras, para amar me debo amar y dar lo mejor de mí para el bien del otro; si no me amo, difícilmente podré amar a otro y enriquecer a otros, sino que me enriqueceré a costa de otros generando relaciones de dependencia que me trasforman en un medio o transformo al otro en un medio u objeto y no en un fin.

La solidaridad de san Alberto, es caridad que responde a la dignidad de cada ser humano. No es dar lo que me sobra o lo que no me sirve, es donarse como perfección de la persona, no es un sentimentalismo fraterno, sino la realidad humana y social que me perfecciona y reconoce como otro sujeto digno de sí mismo. Esta es la base de una sociedad igualitaria, comunitaria, justa, y respetuosa en sí misma. El amor no es posesión del otro, sino el bien del otro, a quien reconozco con igual dignidad.

Pbro. Alejandro Cid Marchant Licenciado en Filosofía, Obispado de Chillán