Abigeato, el delito de septiembre
En la última década la policía han recibido 3.452 denuncias por estos ilícitos que causan un serio daño a los pequeños campesinos.
Del año 2009 se tiene el peor registro estadístico policial de robo de animales, cuando se recepcionaron la cifra récord de 463 denuncias en el año por el delito de abigeato, la mayor de la que se tenga conocimiento en los últimos 10 años en la Provincia de Ñuble. Así lo refleja el reporte estadístico que dio a conocer la Subsecretaría de Prevención del Delito que agrega que en la última década se han recepcionado 3.452 denuncias por este ilícito en la zona.
Si pensamos, tal cual lo ha mencionado Mateo Rodríguez, presidente de la Asociación de Criadores de Caballo Chileno en Ñuble, que cada especie tiene un valor comercial que oscila entre $1 millón y los $50 millones, el daño económico para las familias de las zonas rurales del territorio es muy grande, al proyectar los números en un tramo de 10 años. Estamos hablando de grupos dependientes de la pequeña agricultura familiar campesina.
Es por esto que las autoridades, llegado el mes de septiembre en que aumenta el consumo de carnes, se preocupan de realizar campañas para prevenir estos hechos alentando a los vecinos a informar cuando sean testigos de movimientos extraños en sus campos o predios y mantener redes de apoyo permanentes en caso de ser víctimas de estos hechos.
Lamentablemente, hoy el delito de abigeato se ha especializado a tal punto que muchos de los casos de robos y posterior faenamiento clandestino de los animales se produce de manera sigilosa por las noches y en la misma propiedad. De esta forma, pueden transcurrir horas hasta que el dueño del ganado se percata que ha sido atacado. Además, las policías han constatado que quienes participan de estos delitos son personas vinculadas al mundo ganadero y conocen a cabalidad las rutinas del campo.
Este 2016 la tendencia parece mantenerse y ya Carabineros ha recepcionado cerca de 176 casos. Y si bien las leyes han aumentado la penalidad para este delito, para que se apliquen los castigos ejemplares se requiere sorprender estos hechos "in fraganti", lo cual escasas veces ocurre. En tal sentido, los agricultores que no cuentan con redes de apoyo y comunicación con sus vecinos, que aportan antecedentes a las autoridades policiales o que no respetan el uso obligatorio de los Formularios de Movimiento Animal que exige el SAG, poco pueden hacer para combatir un flagelo que históricamente ha existido en los campos y que sólo la organización y el trabajo asociativo podrán frenar.