En definitiva, los chilenos somos fabricantes de estrés. Pero no del estrés natural, sino del distrés, que daña la salud física y la salud mental. Ese que origina desde un resfriado hasta severos dolores de columna, estómago, extremidades, etcétera. La más reciente demostración la dimos en las recientes festividades patrias, donde casi un millón de personas y quinientos mil vehículos congestionaron las carreteras, vociferaron contra los atochamientos y, de paso fueron parte de un balance trágico: 24 muertos y casi 300 heridos.
Somos de contrastes: todo el mundo dice que sale a "descansar". Pero todos regresan más cansados que cuando partieron. Sin duda, ignoran que los desplazamientos bajo presión y congestión figuran entre las principales causas de distrés. Como parece que jamás aprenderemos la lección, ahora ya la gente se está preparando para el "feriado largo" del 8, 9 y 10 de octubre. Todavía no deshace maletas bolsos, recién está limpiando sus automóviles, pero igual está concentrada en diseñar a dónde partirá a disfrutar.
No se trata sólo de los viajes. Todo el esquema social y económico parece diseñado para tensionar a la ciudadanía. Ahora, por ejemplo, aparecieron empresas que "avisan" que van a enviar la cuenta. ¿Por qué no la mandan, simplemente, como era antes? El comercio y los medios de comunicación no lo hacen nada de mal. Aunque el lector lo encuentre increíble, en algunos negocios comenzaron a aparecer letreros: "Anticipe sus compras de Navidad", "Disfrute tranquilo con su familia". ¿Cómo va a estar tranquilo si día y noche lo presionan para que compre? Tienen razón los que dice que, de un país de personas, nos transformamos en un país de consumidores.
El bombardeo telefónico y por correo electrónico colabora activamente. Y los mensajes no disimulan el apremio: "¡Compre ya! ¡Estos precios sólo durarán 24 horas!" Hace pocos días, el autor de esta notas fue a un banco a depositar, y el cajero intentó que firmara -ahí mismo, en ventanilla- un seguro contra fraudes y robos. En el Poder Ejecutivo y Judicial, que conjuntamente deberían ofrecernos seguridad y tranquilidad, pareciera que todo se conjuga para que los únicos que no sufran estrés sean los delincuentes. ¡Hay que cuidar el sistema nervioso de los pobres! El Poder Legislativo no lo hace mal, con los sucesivos escándalos e ineptitudes que la ciudadanía bien conoce. La tecnología también cumple su rol. Si usted no tiene un celular de última generación y no está conectado a cuanta red social exista, se convierte en algo parecido a un paria social. Tal vez debería cambiar la letra del himno nacional. Chile ya no es la copia feliz del Edén, sino la copia infeliz del estrés.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.