¿Sabía usted que un niño sonríe 400 veces al día, en tanto que un adulto lo hace sólo 20 veces? El dato es oportuno porque mañana viernes se celebra el Día Mundial de la Sonrisa.Se afirma, y con razón, que una sonrisa es la forma rápida y grata de aproximación y comunicación entre las personas. Sirve para demostrar agrado o entretención, exhibir simpatía, incluso para atraer al prójimo. Tiene un poder mágico. Actúa en forma muy rápida. El cerebro, a través de la amígdala emocional, demora 0,01 segundos en ordenar una sonrisa. ¿En qué forma? Ése es el tema. Se ha comprobado que existen, por lo menos, 18 tipos de sonrisas. No todas gratas. Algunas pueden expresar ansiedad, perturbación, ironía, sarcasmo, temor, incertidumbre o ser una exhibición de fuerza o superioridad.
Sonreír determina variados beneficios físicos y psicológicos. Desde luego, favorece las relaciones con los demás. Al relajar a las personas, provoca una mejor acogida social y laboral. Se ha comprobado que quienes sonríen tienen mejores expectativas de vida. Desde luego, mayor atractivo. Es muy diferente ver una "corrida de dientes" que un rostro amargado y triste.
Y el asunto no es difícil: para sonreír, se necesitan sólo 17 músculos faciales En cambio, se requieren 47 para fruncir el ceño. Hay gente que no sonríe nunca y otra que lo hace muy raramente. Oscuras razones psicológicas condicionan su pensamiento. Creen que exhibir día y noche un rostro serio proyectará una imagen más inteligente. ¡No se dan cuenta de que sólo parecen desagradables, tristes y amargados! Tampoco se trata de andar sonriendo todo el día. Eso es ser tonto. Los acontecimientos normales de la existencia provocan determinadas reacciones. Pero, sin duda, la mejor, es la positiva.Si usted no quiere sonreír por razones normales, por último hágalo por salud, porque así fortalecerá su sistema inmunológico, se enfermará menos y vivirá más y mejor.
¿Por qué en Chile está desapareciendo la sonrisa sana? Porque desarrollamos la cultura de la prisa, nos convertimos en consumistas e intentamos vivir como un país industrializado, pese a que estamos muy distantes de serlo. Lamentablemente, el pronóstico es malo: la depresión y el estrés mantienen tendencia al alza, lo que se traduce en múltiples enfermedades. A esto se suman, muchas veces, malas condiciones de trabajo, problemas económicos, políticos, mediocre atención de salud pública, agresividad y una tendencia casi crónica a crear conflictos día a día. Nos convertimos en un país triste y serio. No es casualidad que haya sido denunciado como uno de los más depresivos del mundo, pese a que la mayoría declara ser muy feliz. ¿Por qué, entonces, la mayoría camina y trabaja con expresión de amargura y se queja de todo? Ojalá esta columna arranque una sonrisa del director y de todos los lectores de Crónica.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.