El recientemente publicado informe de la Fundación Chile Unido, ilustrativo de una encomiable labor a favor de mujeres con embarazo indeseado, merece una lectura "en profundidad", según una fórmula de moda. No se debe imponer ideología, nos dice, pero da por cierta la creencia de que aparece un ser humano al momento de la concepción e inicia su desarrollo y personalización, sin considerar que dos tercios de los concebidos no prosperarán más que algunos días y no llegarán a anidar.
Al convocar la opinión del sacerdote Martin Rhonheimer, quien da prioridad a la buena intención y a las circunstancias antes de condenar un acto como intrínsecamente malo, se da cabida al proporcionalismo del doble efecto. Pero Juan Pablo II en Veritatis Splendor rechaza un acto como el aborto por ser intrínsece malum, semper et pro semper, donde el proporcionalismo de buena voluntad y circunstancias es inaceptable. Contradicciones ideológicas.
Nuestra ley en ciernes no se detiene en finuras: un aborto procurado con la buena intención de no albergar un feto que solo vivirá días, no contrapesa la intrínseca maldad del acto.
Elard Koch presenta cifras elevadas de disuasión (92%) en mujeres acompañadas en la Fundación, y cuya solicitud de aborto es de causa socioeconómica. Ese alto porcentaje ¿de qué universo?, se refiere solo a quienes consultan y debe cotejarse con el número gris de abortos practicados 15.000 como mínimo, 100.000 en base a extrapolaciones fundadas. En países europeos con aborto voluntario de plazos, la ley exige una entrevista psicológica disuasiva antes de dar el pase al aborto mal llamado libre.
Autoridades y mujeres consultadas en el artículo de marras, están en contra de la ley de despenalización, cuya eventual promulgación no hace más que ratificar lo que sociedad y medicina ya hacen, o debieran estar haciendo: acompañamiento en casos infaustos, interrumpir el embarazo si la vida de la madre depende de ello, apoyo integral al producto de la violación. Por ende, la ley no es buena ni mala, es innecesaria, pues solo legaliza lo que el criterio médico ya despliega como lege artis. La autonomía de la mujer no está en cuestión: hasta ahora no podía expresarla, ahora recurre a solicitar acaso está en las causales admisibles, asunto que decidirá el médico. Cuarenta años para alcanzar una victoria pírrica: la mujer con autonomía de solicitar, no de decidir, los problemas de salud pública intocados.
Dr. Miguel Kottow Centro de Bioética, Universidad Central