"La vida en rosa" ("La vie en rose") fue la canción símbolo de Edith Piaff, "el gorrión de París", naturalmente desconocida por las generaciones modernas. En el Chile de hoy el éxito, y no precisamente musical, pareciera ser: "La vida en clave". Todo indica que actualmente no se puede vivir sin claves de acceso. Se aplican, entre muchas otras, para el ingreso a la oficina, encendido de luces, el computador y el teléfono. Los servicios públicos no lo hacen mal: existen claves en el Registro Civil e Identificación, Impuestos Internos, Tesorería y otros.
Si usted tiene la mala idea de enfermarse y aspirar a una consulta médica, necesitará una clave para acceder al sitio web de su isapre. Si desea ser atendido por su banco, operar su tarjeta de débito o sus tarjetas de crédito, le exigirán una clave para cada una. Lo mismo ocurrirá si usted quiere conocer el saldo de su modesta cuenta corriente, sin importar si es cuantioso o modesto.
En los sitios web de su caja de compensación le pedirán números y letras de acceso. Algo similar ocurrirá en su cuenta RUT. Si quiere ser proveedor del fisco, además de cobrarle, le exigirán una clave. Al autor de esta nota, que fue a inscribirse, también le estaban exigiendo que usara celular, bajo el pretexto de que lo establecía la ley. Sólo su enérgica reacción impidió el desaguisado. Obviamente, no hay legislación alguna que obligue a usar teléfono móvil.
Al final del día, cansado del sistema, se irá al gimnasio para relajarse. Lo malo es que allí se encontrará también con la obligatoriedad de una clave para ingresar. En caso de que la haya olvidado, deberá devolverse a casa, con bolsos y la sensación de haber perdido el tiempo. Y un plus muy negativo: si usted no utiliza su clave durante algún tiempo, la anularán y le exigirán que ingrese una nueva, para lo cual deberá llenar múltiples casilleros. Recientemente, a las modestas pyme, al momento de obligarlas a utilizar factura electrónica, desde luego que les exigieron una clave. Menos mal que aún no requieren una clave para utilizar el servicio higiénico. ¡Ahí sí que nos veríamos apurados!
Parece no estar lejano el día en que las personas tendrán que portar un manual de claves, a fin de ingresar a múltiples sitios y satisfacer sus demandas básica. ¿No será como mucho? Los filósofos de barrio asegurarán con tono solemne que se trata de la modernidad. Pero no es cierto. Se supone que la modernidad debería simplificar, y no complicar la vida de las personas. No se puede mencionar para justificar la falta de sentido común. Confío en que el director de "Crónica Chillán" no establecerá una clave para escribir en este gran diario. Antes que lo haga, termino la columna.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.