En la víspera de las recientes festividades patrias, se promulgó la denominada "Ley del saco". Reduce de 50 a 25 kilos al peso de lo que puede cargar un trabajador, con el propósito de proteger su salud.
Aunque muchos la interpretaron como exclusivamente dirigida a los cargadores de la Vega Central, su alcance es mucho más amplio. Se refiere a los que transportan "a hombro" todo tipo de productos, cuyo peso puede dañar gravemente la columna vertebral y la musculatura humana en general. Lo malo es que la ley no incluyó muchos "sacos" que cargamos hoy los chilenos, que amenazan no sólo nuestra salud física y mental, sino también nuestros bolsillos, nuestra calidad de vida, y consagran el abuso en general.
En el campo de salud, están los cobros excesivos, la tramitación brutal, la mala atención y todas las "trampitas" que se dan en Fonasa y en las isapres. tanto en sus oficinas, como en clínica y hospitales. Es un saco parecido están los hospitales públicos y muchos establecimientos privados, por mucho que lo desmientan. Lo tragicómico es que el saco alivia su peso o desaparece cuando el cliente acepta pagar sumas por lo general muy elevadas.
En el plano político, además de cargas históricas, con parlamentarios mediocres, dedicados a copiar, plagiar cobrar dietas que oscilan entre $ 13 y $18 millones, se aproxima un nuevo saco que todos deberemos cargar: el aumento de 35 diputados y senadores, bajo el pretexto del perfeccionamiento de la democracia. Aunque se apresuraron a decir que no significaría nuevos costos, recientes estudios informan que el costo será de $ 15 mil millones.
El saco de la delincuencia y la pésima reforma judicial también recarga los hombros de la población, que hoy vive con miedo con la sensación de que en cualquier momento será víctima de un delito. Éste no encontrará culpables (salvo que se trate de un "rostro" de la TV, o, si los lleva a juicio los "castigará" con un modesto arresto domiciliario por 30 días. Para qué hablar de los múltiples sacos de las reformas previsional, tributaria, educacional, etcétera. Lo único que han conseguido es aumentar las tensiones que cargan millones de chilenos, sin que su resultado sea siquiera visible.
Hay cientos de miles de sacos de empresarios que pagan pobres remuneraciones a los trabajadores. A ellos se suman sacos como las marchas por cualquier razón, que siempre incluyen destrozos y callejeros. Asimismo, el terrorismo contra los transportistas en la zona sur del país y al aumento desmesurado del número de "trabajadores" públicos.
En suma, no trata sólo de la Vega Central, sino muchos y pesados bultos que hace tiempo recargan a la ciudadanía. Ojalá alguna vez se promulgue una ley única para aliviarlos.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.