La creatividad de los delincuentes chilenos no se detiene. En la última semana, tres delincuentes montados a caballo asaltaron una gasolinera en la comuna de Lo Barnechea en Santiago. Al más puro estilo "western".
Los trabajadores, y hasta la policía, quedaron estupefactos. Lo "normal" era un atraco en automóvil y hasta a pie. Pero no existían antecedentes de la nueva modalidad. Lo ocurrido genera muchas preguntas: ¿Los caballos o sus jinetes habían pagado el TAG?, ¿Tenían sus permisos de circulación al día? ¿Fueron identificados por sus patentes? ¿Sus luces de estacionamiento funcionaban bien?, ¿los jinetes llevaban puestos sus cinturones de seguridad?, ¿hablaron por celular mientras corrían por las calles, lo cual habría sido una infracción? ¿Se desplazaban a exceso de velocidad? Más aún: ¿los caballos tenían sillas para guaguas?, ¿sus jinetes usaban chalecos reflectantes?
Naturalmente, los procedimientos policiales y judiciales tuvieron que cambiar. Los equinos no dejaron huellas digitales, sino de herraduras. Y de estas últimas no hay registro en las computadoras de la PDI. Cuando se capturó al primero de los participantes en el asalto, hubo dudas en cuanto a interrogar primero al jinete o luego a su cabalgadura o viceversa. ¿El equino se acogió a sus derechos en cuanto a guardar silencio? ¿Llamó a un defensor público para que lo defendiera? ¿Invocó irreprochable conducta anterior para salir luego en libertad?
Opciones de prisión preventiva no había. Los penales carecen de corrales. El fiscal de turno intentó interrogarlos para configurar cargos. Pero, como respuesta, recibió sólo relinchos. Les dio zanahorias y pasto para suavizar su conducta. Sin embargo, se limitaron a comerse todo y a permanecer en silencio. No se les pudo llevar esposados ante el juez de garantía, el cual tampoco había permitido maneas.
Sobre lo sucedido, no ha se ha vuelto a saber mucho. Todo indica que los caballos quedaron con arresto domiciliario, en sus respectivos potreros. Sin embargo, por razones fáciles de comprender, no podrán concurrir a firmar a una comisaría cada quince días. No se sabe si presentarán recursos de amparo. Además, ni carabineros ni detectives podrán visitar los recintos de pastoreo para cerciorarse si están cumpliendo la medida cautelar.
Otro punto que desconcertó a los investigadores es que los caballos asaltaron una estación de gasolina. Habría sido mucho más normal que atracaran una parcela o un fundo.Se comprobó que ninguno de los equinos portaba su cédula de identidad al día, lo cual perjudicó notablemente las pesquisas. Conclusión: los tiempos del "western" o del Lejano Oeste llegaron a Chile. Y, lo que no es novedad, los hampones están mucho más "acaballados" que antes. Ahora, ya no sólo los porotos son con riendas. Los caballos, también.
Raúl Rojas,
Periodista y Académico.