Pocos se quejan en público, a fin de no aparecer en conflicto con lo social. Pero lo cierto es que "el regalo de Navidad" hace años que se convirtió en una tortura. Sobre todo desde que se olvidó que es una fiesta religiosa, vinculada al amor, al afecto, a los niños, a lo más puro y noble del ser humano.
Actualmente, tal como lo denunciamos en columnas anteriores, la presión comercial se inicia en octubre y se mantiene hasta el mismo 25, día en que, pese a ser feriado irrenunciable, igual abren muchos negocios para vender los "saldos" y ofrecer "extraordinarias liquidaciones".
La situación llegó a tal extremo que ya comenzó a ser estudiada por la psicología, la familia, el comercio y también a título personal. Éstas son algunas recomendaciones fruto de lo que sucede en 2017: 1) Los hombres hacen regalos prácticos. Las mujeres, más emocionales: 2) Trate de "leer" lo que anhela una persona antes de hacerle un obsequio. No vaya a ser cosa que genere rechazo; 3) No regale ropa ni vestuario. Son las prendas que más desagradan, porque en materia de gustos, como se sabe, no hay nada escrito. Además, generan problemas de talla y de número. Son los más devueltos, a partir del 26 diciembre, gracias al tristemente célebre "cupón de cambio"; 4) No regale ropa a los niños. Ellos esperan algo para jugar o algo que los sorprenda o encante. Al vestuario no le asignan mayor valor.
Más recomendaciones: no se empeñe en hacer regalos "únicos". Se agotará y no los encontrará en el comercio. Tampoco regale cualquier cosa, "para salir del apuro" o "sacarse el cacho", porque la persona que reciba se dará cuenta de inmediatamente. Evite hacer listas interminables de regalos. No alcanzará su presupuesto y nadie quedará contento. Tenga cuidado con la tecnología. Por ejemplo, a un abuelo, por muy "súper" que sea, no le regale un celular o un notebook de última generación. Le creará más problemas que agrado.
No sea rutinario. La tradicional botella de vino o licor para el varón o la cartera para la dama revelan cero originalidad y cero creatividad. Es como si al director de "Crónica Chillán" el autor le regalara una columna. Prefiero enviarle un abrazo. Vuelva a la sencillez, lo más pronto posible. Reemplace la tecnología y lo complicado por lo simple. Por sobre todo, insisto, es una fiesta para los niños. Jugar con ellos, cantarles, entretenerlos y entregarles uno que otro paquete puede ser mucho más significativo que un iPhone para los pequeños. Ellos, en la mayoría de los casos, no esperan nada material. Sólo anhelan recibir algo que no venden en ningún mall: amor y felicidad.
Raúl Rojas Periodista y Académico.