Una mujer fantástica
Gran parte del año 2017, el más reciente filme de Sebastián Lelio "Una mujer fantástica" fue el tema infaltable en cualquier conversación entre cinéfilos. Tanto para quienes han visto la cinta como para quienes no, genera cierta curiosidad el origen de este fenómeno en el séptimo arte nacional. Se estrenó en abril pasado y ya tiene a cuestas el Oso de Plata del Festival de Cine de Berlín por Mejor Guión; ganó en los Premios Fénix como Mejor Película, Dirección y Mejor Actriz para Daniela Vega; en el Festival de La Habana recibió el premio coral Especial del Jurado y Mejor Actriz; está en la selecta lista de las Mejores películas extranjeras del año en el National Board of Review (NBR).
También está nominada a mejor película de habla no inglesa en los Globos de Oro, mejor película hispanoamericana en los Premios Goya, mejor película extranjera en los Independent Spirit, y a mejor película de habla no inglesa de los Critics Choice Awards. No sorprendería que también los Premios Oscar la consideraran entre sus altas nominaciones.
Daniela Vega es la actriz protagonista de esta historia. Encarna a Marina, una joven transexual que mantiene una linda y sólida relación con Orlando (Francisco Reyes). Los primeros minutos de la cinta revelan una relación sincera, cordial, verdadera. Pero la repentina muerte de Orlando somete a Marina a una serie de dificultades anexas al dolor legítimo de perder a una persona amada. De un momento a otro, Marina se convierte en la principal sospechosa de este deceso. A nadie le importa el lazo afectivo que había con Orlando, menos aún que vivían juntos, se querían, se cuidaban.
Cabe preguntarse entonces si es esa misma estructura rígida en la sociedad la que dificulta la inserción de personas con alguna característica distinta del promedio "aceptado" en Chile. En la película, Marina debe lidiar con la exesposa de Orlando, quien le prohíbe participar en sus funerales. Algo que para muchos parece una parte natural del duelo, genera en la transexual una enorme angustia.
El director Sebastián Lelio juega con una mezcla de géneros cinematográficos. Cuesta situar a "Una mujer fantástica" en drama, tragedia o romance. Tiene de cada uno un poco y eso hace a la cinta más atractiva aún, pues invita al espectador a sumergirse en la realidad de una persona que cotidianamente enfrenta prejuicios. La misma Daniela Vega enfrentó ese torbellino de discriminaciones cuando decidió transparentar su opción sexual. A ratos parece una coctelera de emociones, que refleja precisamente los cambios anímicos de una mujer que pierde a su amado.
Marina asume sus propios miedos, confusiones, penas y rabias; sólo la música la contiene. El mundo se tiñe de negro y permanentemente nada contra la corriente, pero su afición por el canto lírico -que también practica la actriz en la vida real- es la única válvula de escape que le da fuerzas para continuar.
Se ha hablado mucho de Daniela Vega y su actuación fenomenal en esta película, de la que no cabe ninguna duda. Sin embargo, la participación de Aline Küppenheim como actriz de soporte en el rol de Sonia -la exesposa de Orlando-, es el perfecto complemento para este conflicto psicoemocional.
Para quienes aún no han visto "Una mujer fantástica", The Oz renovó su sala de cine y exhibirá durante el mes de enero distintas cintas chilenas, entre las que destaca la de Sebastián Lelio el 12, 13, 20, 21, 23 y 26 de este mes. Conviene ver la película.
Por Catalina Garcés R.