Al iniciar su gestión de gobierno, el Presidente Sebastián Piñera llamó a la unidad nacional, anunció una nueva transición y convocó todos los sectores a una serie de acuerdos: en infancia, salud, seguridad, superación de la pobreza y paz en La Araucanía. Son nobles los propósitos que inspiran el accionar del nuevo gobernante. Nadie puede dudar siquiera de que debería concitar el apoyo de todos los sectores. Chile está cansado de enfrentamientos, de la sobreideologización, de la negación de la sal y el agua, de las descalificaciones, de la violencia callejera, de políticos, instituciones y altos funcionarios que han incurrido en actos de corruptela.

Sin embargo, con todo respeto, como se decía antiguamente, sostengo que faltó una convocatoria enérgica a un acuerdo para terminar con el odio. Pese a algunas señales positivas, sobre todo en los sectores más jóvenes, es un hecho cierto que el país continúa dividido entre los que apoyaron el gobierno militar y quienes lo rechazaron. Esa división parece no tener fin. Mes a mes ingresan causas a los tribunales, mes a mes se suman nuevas exigencias. La más reciente fue el frustrado cierre del penal Punta Peuco. Periódicamente, se expresa en violencia callejera. Ya existen fechas simbólicas en las que prácticamente no se puede salir a las calles, o hay que hacerlo con precaución. Las consignas parecen no tener fin. Primero fue la búsqueda de la verdad. Luego, sanción para los responsables. Más tarde, indemnizaciones económicas, beneficios en el campo de la salud, la educación y muchos otros. Cada dos semanas, una frase o una palabra altisonante. Nos gusta decir que somos hermanos. Pero pertenecemos a una familia que está dividida hace casi medio siglo. La consigna que se mantiene, más allá de los vaivenes, parece ser: "Ni perdón ni olvido".

El odio es la más negativa de las emociones humanas. Incluye la descalificación, ausencia de diálogo, violencia en variadas formas, obsesión por conseguir siempre más y más, persecución permanente. Lo singular es que, desde 1990, ha estado apuntado sólo contra las fuerzas armadas, con una iniciativa tras otra. Los que votaron por el nuevo gobierno lo hicieron porque están cansados de ese escenario. No sólo quieren recuperación económica. También buscan la recuperación del alma del chileno, de un país en que siempre fuimos amigos y, de pronto, nos convertimos en adversarios. Es fácil decir: queremos un acuerdo nacional contra el odio. Es difícil lograrlo. Tal vez por eso no fue incluido en el discurso presidencial. Para conseguirlo, se debe tener presente que mirar hacia atrás todo el tiempo paraliza a las personas. El presente y el futuro son los que importan.

Raúl Rojas Periodista y Académico.

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