De acuerdo a lo que señalan los productores arroceros de Ñuble, como Carlos Cisternas y Ernesto Eguiluz, las primeras cosechas comerciales de este cereal en Chile datan de 1930. Y sin embargo, al año 2018, su producción está concentrada principalmente en dos regiones del territorio por sus condiciones climáticas idóneas: la Región del Maule, en el valle central de Chile, que reúne el 84%, y la Región de Ñuble, que aporta con el 16% restante. Juntas, ambas zonas abastecen del 50% de la demanda nacional por este alimento y en la última temporada su cultivo abarcó 4.200 hectáreas.
Dado que el arroz chileno se produce en condiciones privilegiadas, un ambiente de alta productividad, está considerado entre los mejores del mundo en términos de calidad culinaria, su suavidad y sabor. Todas estas características dan cuenta que los agricultores tienen en sus manos un producto de prestigio que, como tal, era necesario de destacar, defender y mantener.
Esto llevó a que en San Carlos se gestara una iniciativa inédita en el territorio, que con el apoyo de entidades como la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) buscan consolidar la primera "Ruta del Arroz Chileno", cuyo primer paso fue la conformación de una "Corporación Social, Cultural, Patrimonial y Productiva", gestionada por el gerente de Molinera y Arrocera Santa Marta, y un permanente defensor del patrimonio de la nueva Región de Ñuble, David Vivero.
Tal iniciativa tuvo inmediato eco y fue aplaudida por parlamentarios de la zona, que resaltan el que Ñuble vaya caminando hacia convertirse en una futura potencia agroalimentaria, con buenas prácticas y asociaciones de este tipo que fortalecen el rol de la agricultura local.
Hoy, según los propios productores, el arroz chileno se ve afectado por tres factores: la escasa disponibilidad de agua para riego, carencia de nuevas tecnologías de riego y la poca cantidad de variedades de arroz disponibles que permitan utilizar menos agua durante su ciclo de cultivo. Se trata de una realidad que es extensiva a gran parte de la agricultura regional y que reafirma la importancia de avanzar con celeridad en concretar proyectos de embalses, tranques y una cultura de aprovechamiento hídrico. El cambio climático es tanto un problema como una oportunidad, que solo podrá ser aprovechada con el apoyo de las instancias de gobierno adecuadas.
Ñuble ha dado un gran paso al dar vida a esta nueva unión que ya cuenta con el respaldo de los chefs e instituciones de educación superior, como Inacap. Con su desarrollo no solo ganan los productores, también Ñuble, al diversificar y ampliar su oferta agroalimentaria, como también su patrimonio.