La sociedad chilena está viviendo un periodo trascendental de cambio, en lo que a derechos de la mujer se refiere. Nuestro país, gracias a impulsos como la creación del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg), ha ido tomando cada vez más conciencia de los atentados cometidos por una cultura eminentemente machista y patriarcal a lo largo de su historia. Ello no sólo se ha reflejado en la lucha por terminar con la violencia de género, también en lograr derechos y beneficios equivalentes en lo concerniente a remuneraciones, terminar con las discriminaciones del sistema previsional de salud, la aplicación de criterios de paridad en los partidos políticos, entre otros aspectos.
La demanda más reciente ha venido, sin embargo, desde el movimiento estudiantil, que en las últimas semanas ha abogado por que las instituciones de educación superior cuenten con mecanismos institucionalizados para evitar los abusos o acosos, que consideran propios de una educación sexista, que repite los estereotipos de la sociedad. Quienes abogan por normar estos asuntos consideran que el cambio debe iniciarse en la educación, como base para un verdadero vuelco en la realidad como país.
Nuestra historia republicana ha tenido grandes ejemplos de mujeres que fueron visionarias para ir construyendo una sociedad más equitativa, partiendo por figuras como Javiera Carrera, quien promovió la fundación de escuelas para mujeres. Más tarde, a finales del Siglo XIX, las mujeres lucharon para ganarse el derecho de optar a la educación superior y convertirse en profesionales. Ernestina Pérez y Eloísa Diaz fueron las primeras que recibieron el título de médicas, en 1887, apenas dos años antes del nacimiento de Gabriela Mistral.
El siglo XX, en tanto, se inició con la presión femenina por su inclusión en el mundo laboral, cultural y político. Sin embargo, recién en 1934 se aprobó el voto femenino para las elecciones municipales y en 1949 para las elecciones presidenciales y parlamentarias. Desde ahí a elegirse la Primera Presidenta de Chile transcurrieron 57 años.
En gran medida, los cambios culturales en favor de la mujer han sido más lentos que los propios avances tecnológicos o de la humanidad. No obstante a ello, cada vez que han ocurrido, siempre han permitido un crecimiento de la sociedad en general. Por esta razón, la propia ministra de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá, se ha atrevido a señalar que "Este es un momento histórico que están empujando las mujeres", el de "un Chile que rechaza el abuso en todas sus expresiones y que está exigiendo, con mayúscula, equidad de género".