Declaro mi completo acuerdo con la iniciativa del vicepresidente de la Cámara de Diputados, Jaime Mulet, en orden a que la Biblioteca del Congreso revise con mayor prolijidad los estudios, títulos y posgrados que declaran los parlamentarios.
No es ningún misterio ni algo nuevo que diversos senadores y diputados, con absoluto descaro, se adjudican profesiones que nunca tuvieron. Es más, algunos se atribuyen la condición de profesores, diplomados, magísteres y doctorados. Tal vez piensan que eso les dará mejor imagen ante la ciudadanía. Craso error. La gente tiene la peor imagen de los que mienten.
Es más, estoy de acuerdo con la idea de establecer una asignación profesional para aquellos que realmente sean profesionales, tal como ocurre en otros campos de la administración pública. Aunque los ingresos de nuestros parlamentarios ya figuran como los más altos de América, por lo menos esto estimularía que al Senado o a la Cámara lleguen los que realmente completaron estudios en la enseñanza superior, técnica o humanista. Así se aseguraría un mínimo de calidad entre quienes representan al pueblo de Chile.
Para llegar al Congreso hoy sólo se exige cuarto medio, además de algunos requisitos de menor monta. Pienso que es muy bajo el perfil demandado, porque en nuestro país se exige lo mismo hasta los cargos más modestos en el sector privado. Más directamente, si usted no tiene un "cartón", sólo podrá optar a puestos menores, con menor remuneración, por supuesto. ¿No será hora de elevar la vara y demandar a los que cobran un promedio de $ 13 millones mensuales que estudien y se capaciten un poco?
Un grupo de "honorables" se defiende y señala que para realizar estudios y elaborar leyes pagan asesores. Mal argumento. En un Congreso que se respete deben legislar los verdaderos representantes populares. La gente elige senadores y diputados, y no asesores.
El tema no parece preocupar mucho a los autodenominados representantes populares. En estos días, como en muchos otros, se concentran en aumentar sus privilegios. Ahora apareció un grupo de diputados reclamando que no quieren seguir volando en clase económica. Al parecer, estiman que esto daña sus elevadas facultades intelectuales y los incapacita para cumplir sus obligaciones. ¡Olvidan que la mayor parte de los chilenos así lo hace, sin queja alguna!
No se trata de más diputados y más senadores, según creen algunos. Lo único que se les pide es que sean mejores. Por lo menos, en cuanto a estudios se refiere. Con todo respeto por los que no siguieron estudiando, hoy ya no basta con cuarto medio para elaborar las leyes de la República.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.