El gobierno dio a conocer este martes los resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) de 2017, la que, si bien por primera vez incorporó a la Región de Ñuble en la medición de la pobreza, presentó resultados poco alentadores ad portas de comenzar la marcha oficial del nuevo territorio que se separa del Bío Bío.
De acuerdo a los datos revelados por el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, el 16,1% de los habitantes de la Región de Ñuble se encuentran en el rango de pobreza por ingresos, lo que significa que prácticamente duplican el promedio nacional de 8,6% y además posiciona a la nueva región como la segunda más pobre del país, sólo precedida por La Araucanía. Haciendo un paralelo, la Región del Bío Bío alcanzó un 12,3% y se ubica en la cuarta posición entre las regiones del país con mayor pobreza por ingresos.
La situación de Ñuble, sin embargo, ya había sido advertida hace algunos meses por el delegado presidencial para la instalación regional, Martín Arrau, quien ve en el reducido crecimiento económico, el envejecimiento poblacional y la pobreza un gran desafío y una oportunidad para el territorio.
A la luz del primer informe que entregó Flacso como parte de la primera etapa de la elaboración de la Estrategia de Desarrollo Regional, se desprende que "las comunas más rurales, más alejadas del centro agrícola, experimentan situaciones más complicadas en términos de pobreza, la que está correlacionada con envejecimiento y bajas tasas de crecimiento poblacional". En efecto, la anterior Casen 2016 detalló que los índices más preocupantes de pobreza por ingresos se ubicaron precisamente en las urbes que serán capitales provinciales en menos de un mes más: Quirihue (31,3%), San Carlos (33,38%) y Bulnes (30,02%).
De allí que el desafío para Ñuble será doblemente complejo, ya que el solo hecho de ser región no asegura el éxito económico ni mejores indicadores y eso deberán tenerlo muy presente las autoridades que asumen oficialmente la tarea de salir del estancamiento y ayudar a mejorar las condiciones y calidad de vida de más de medio millón de personas.
Sin duda que la inversión del Estado será un factor determinante en los primeros años, principalmente a través de Obras Públicas que potencien el empleo y avances en conectividad e infraestructura de las zonas más postergadas. La construcción del embalse Punilla y del Hospital de Chillán también harán lo suyo, pero el foco debe estar en atraer nuevas oportunidades de inversión privada, diversificar la oferta productiva y profesionalizar el fructífero trabajo de los rubros agrícola y forestal, sin olvidar el potencial vinícola y turístico.