A 80 años de la gran tragedia
Existe coincidencia en el estudio sobre las posibilidades de trabajo -donde la medición le otorga apenas un 3%- con los altos índices de desocupación que se registraron durante el 2018. En aquellas dramáticas circunstancias pudimos comprobar que no estamos solos en la lucha por reconstruir nuestros anhelos e ilusiones.
El próximo jueves 24 de enero se cumplen ochenta años de la gran tragedia de Chillán, el Terremoto de 1939. Aquel fenómeno natural destruyó casi por completo nuestra ciudad, causando la muerte de más de la mitad de la población. No hay cifras concretas oficiales, porque familias enteras desaparecieron bajo los escombros y no quedaron testigos de quiénes y cuántos perecieron. ¿20 mil? ¿30 mil? ¿40 mil?...
La tragedia significó que la vida se paralizó por un capricho de la naturaleza y, tras las oscuras sombras de la muerte y el dolor, nos abrió las puertas para un nuevo desafío vital, la puesta en acción de nuestra resiliencia iniciada con tristeza, impotencia y rabia…desarrollada con porfiada y esperanzada decisión.
El dramatismo vivido en aquella fecha del verano nos planteó la alternativa de quedarse sumido en el llanto o retomar la vida de progreso que nos merecemos, rindiendo homenaje y culto a nuestras víctimas. Y se optó por esto último.
Con la lección aprendida en cada siglo en que sufrimos destrucción y muerte por efecto de los fenómenos naturales, siempre optamos por levantarnos, por restañar las heridas del cuerpo y del alma, y por continuar la marcha hacia una vida mejor.
Además, en aquellas dramáticas circunstancias pudimos comprobar que no estamos solos en la lucha por reconstruir nuestros anhelos e ilusiones. Que surgen manos tendidas desde lo más profundo de la Humanidad, conjugando con certezas el verbo solidaridad. Aprendimos a recibir esos apoyos con agradecimientos y con el corazón henchido de hermandad.
Hoy, al recordar aquel hecho tan trascendental para la Historia, nos damos cuenta que siempre hemos sido capaces de sacudir nuestro dolor, secar nuestras lágrimas y avanzar con decisión hacia nuestro futuro. "Los hombres se miden por las veces que son capaces de levantarse y continuar caminando", nos han dicho muchas veces. Y en este sentido, los ñublensinos hemos sido medidos con admiración y reconocimiento. Porque de nuevo nos hemos levantado y los que se quedaron en el camino siguen entre nosotros, acompañándonos como un dramático estímulo.
Recibimos solidaridad y ahora aportamos solidaridad. Es la gran lección de la tragedia. Es la forma de retribuir lo que nos permitió continuar hacia el futuro y es la demostración de que sabemos agradecer, apoyando sin descanso a quienes más lo necesitan.
Miguel Ángel San Martín Periodista.