Se trata de una realidad: las noticias trágicas originan angustia y ansiedad en la gente. Lo comprobó una investigación de la Universidad de California, la cual advirtió que el tema se convirtió en un problema de salud mental, que afecta y agobia a todo el cuerpo social.
El estudio demostró que se elabora una cadena. Ocurre algo grave en el país natal o en cualquier parte del mundo. El hecho tiene connotación humana y puede provocar inquietud, desazón, incertidumbre, sensación de peligro a nivel personal. Estos sentimientos y emociones se multiplican cuando muchos medios de comunicación, especialmente la TV, inician transmisiones constantes y majaderas, en las cuales se refieren una y otra vez al mismo acontecimiento, muestran las mismas imágenes y difunden las mismas declaraciones. Simultáneamente, los mismos rostros aparecen en pantalla con expresiones trágicas y lugares comunes redundantes: "Horrible tragedia", "Un hecho espantoso", "Nunca había sucedido nada igual", etcétera. El fenómeno no se detiene ahí: a la noticia en sí agregan música dramática, pausas inútiles, tomas repetidas, testimonios que no aportan nada.
Y como estamos en el siglo XXI, el poder de la pantalla se transmite a los smartphones, que, pese a ser teléfonos inteligentes, se usan para difundir todo tipo de tonterías y calamidades. El resultado es el que confirmó el centro de estudios norteamericano: tensión máxima en el cuerpo social, estrés, mal dormir, temor por lo que pueda suceder. Angustia.
¿No podrían ser más sobrias las notas televisivas? ¿Es preciso agregar música, tomas aceleradas, sonido a todo volumen?
A todo lo anterior se suma el uso y abuso del "Último minuto" en los noticiarios, que generalmente corresponde a noticias ocurridas varias horas antes. Para justificarlas, sostienen que se trata de "información en desarrollo".
Claramente, no estoy planteando censura ni omisión. La realidad es dura, y muchas veces golpea con noticias correspondientes a la llamada "crónica roja", hoy predilecta de los canales locales, los que también eligieron incluir en sus noticiarios la promoción de sus teleseries, restaurantes supuestamente moda y otras yerbas. Pero lo dice la frase popular: "Bueno es el cilantro…"
Estoy sugiriendo retornar a la antigua sobriedad y menor extensión de ciertos noticiarios. Menos bombo, menos efectos especiales, menos parafernalia.
Tal vez harían bien con, por lo menos, acusar recibo sobre el daño que las noticias duras ocasionan a la salud mental de la población. Así, por respeto a esa realidad, tal vez todos viviríamos más tranquilos.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.