El lema oficial de la Real Academia Española de la Lengua -RAE-, fundada en 1713, es: "Limpia, fija y da esplendor". Sin embargo, como tantos lemas de larga data, hace rato que está recorriendo la carretera del olvido. Peor aún: no sólo no pule, no fija ni da esplendor, sino que valida muchos vocablos y expresiones de las que ayer renegó. Entre los ejemplos más recientes, figura no considerar redundancias expresiones tan torpes como: "Salir para afuera", "Entrar para adentro" y "Lo vi con mis propios ojos". ¿Se puede salir de alguna parte hacia afuera o entrar a algún a lugar que no sea adentro? ¿Es posible que alguien diga que vio determinada situación con ojos ajenos?
Hasta hace poco tiempo, estas expresiones eran usadas por los ignorantes o por el vulgo. Se definían como barbarismos y, dentro de estos, como pleonasmos o redundancias. Y existían razones obvias para hacerlo. Sin embargo, terminó por primar el criterio de uso, es decir el empleo ordinario del lenguaje. Definitivamente, la academia se rindió ante una realidad: es más fácil emplear el idioma en forma vulgar que en forma culta. Así las cosas, los que no se preocupan de hacerlo correctamente, aquellos que ni siquiera abren un libro en todo el año, están de fiesta. Ahora, ven "con sus propios ojos" lo que ayer tal vez contemplaban con ojos ajenos. Peor aún: su uso es casi habitual en algunos medios de comunicación.
No es la única torpeza de la RAE. Hace un par de años, sorprendió a buena parte de los países hispanos al suprimir la "ch". De acuerdo a su criterio, Chile tendría que llamarse "Cile". Para rematar, cambió la "q" de Qatar por una "c", y así hay que escribirlo ahora. No les importó que la nación arábiga estuviera en desacuerdo y desconociera sus nuevas normas. Para protegerse de las críticas, afirma que se trata de "recomendaciones". Algo similar ocurre con el adjetivo "solo" y el adverbio "sólo". Eliminó el acento que los distinguía, porque muchos no lo utilizaban. Desconoció un ejemplo común y divertido. Es distinto decir: "Sólo hizo el amor" a "Hizo el amor solo". En su torpe empeño por parecer lexible y moderna, la academia está aceptando americanismos y chilenismos al por mayor. Hasta groserías nacionales ya están reconocidas gracias a sus normas porque son de uso común.
Inevitables preguntas: ¿Hacia dónde vamos? ¿Creerá la institución española que el lenguaje correcto es el que utilizan los usuarios de Twitter? Desde luego que no. Esa es comodidad, pereza, ignorancia. ¿Pensará la RAE en institucionalizar la grosería y aprobar su uso cotidiano en el lenguaje, como sucede en la actualidad? Al paso que vamos, habrá que presentar un recurso de amparo del idioma. Esto no puede continuar. El tema parece ajeno a las próximas fiestas patrias. Pero tiene vinculación directa. Bajo el pretexto de la chilenidad, en estos días aparecen los 007 del lenguaje, con licencia para decir groserías. ¡Cuídese de ellos! La coprolalia no es patriotismo.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.
