"Ema": el baile que prende fuego una ciudad
Tras su paso por Venecia y Toronto, llega a las salas chilenas la séptima cinta de Pablo Larraín, un cineasta que revindica el reguetón a la luz del feminismo.
Aunque "Ema", la última película de Pablo Larraín, está a años luz adelante de "Fuga", su ópera prima, comparte con ella una serie de características: Valparaíso como locación, el despliegue algo efectista de epifanías visuales y la disección de una disciplina artística como es, en este caso, la danza contemporánea (en la cinta de 2006 era el mundillo de la música docta). Ema (Mariana di Girolamo) forma parte de una compañía y es pareja de un coreógrafo con aires de superioridad (Gael García Bernal) con el que intentó formar una familia a través de la adopción de un niño que les trajo más problemas que satisfacciones. No hay nada peor que una madre que rechaza a su hijo y, desde que decidió devolver al niño, Ema carga una cruz imborrable. El hecho hace sucumbir también su relación. Todo impulsa a la joven a transformarse en una suerte de Lilit encendida que escapará de las casillas que pesan sobre ella en relación al comportamiento social, el género, la clase social e, incluso, su rol como artista. La emancipación de Ema y sus amigas (un grupo de chicas libres y desprejuiciadas) se dará a través del reguetón, género resignificado que funcionará como una verdadera revolución del cuerpo y el deseo.
Larraín narra el filme en fragmentos, articulando libremente las escenas, entre la acción y las digresiones pauteadas al ritmo de la música. Adopta los incendios porteños para introducir la piromanía como acto terrorista, remite a los horrores del Sename y abraza el feminismo más salvaje a través de un personaje insurrecto que bebe tanto de modelos actuales de disidencia como del sexualizado Terence Stamp de "Teorema" (Pier Paolo Pasolini, 1968). Si su cine busca siempre merodear por la oscuridad más densa, en este caso se ve matizado por un sentido del humor que se vuelve necesario para tragar tanta intensidad.
Más allá de sus elucubraciones (pensadas exclusivamente para una generación en estado de recambio), "Ema" brilla como experiencia visual por la fotografía de Sergio Armstrong, un montaje rítmico que bebe de las visualidades difundidas por el reguetón y una selección de locaciones que demuestra las singularidades de Valparaíso, por lo general ignoradas por los porteños; entre otras, la retrofuturista Población Márquez (uno de los primeros condominios sociales del país bajo la Presidencia de Gabriel González Videla) o la Galería Tres Palacios, repleta de espejos y salones de belleza.
Más allá de todo, "Ema" confirma los riesgos de un cineasta que, de distintas maneras, ha radiografiado los conflictos pasados y presentes de un país.
Ema, la nueva cinta de Pablo Larráin, transcurre en diversas locaciones de valparaíso, como la población marquez.
en resumen
"Ema" es la séptima película de Pablo Larraín. Estrenada en el Festival de Cine de Venecia, cuenta con las actuaciones protagónicas de Gael García Bernal y Mariana di Girólamo.
Por Andrés Nazarala R
fotograma de ema