Al anunciar el proyecto de presupuesto de la nación 2020, el Presidente de la República enfatizó lo relativo a salud, seguridad, educación y vivienda. Es decir, todo lo que responde al clamor de la población, y no a los partidos de turno ni a las figuras políticas más vociferantes. No pudo dejar de llamar la atención que sólo empleó el concepto de necesidad de cirugía mayor en el campo de la salud. Lo cierto es que el país necesita esto en casi todos los campos. Concretamente, el paciente se encuentra con pronóstico reservado y precisa no de cirugía mayor, sino cirugía al por mayor.
En salud, no es ningún misterio que el enfermo está grave. El sector público y el privado continúan presentando falencias que se arrastran por decenios y afectan no sólo la calidad de vida, sino la vida misma. Las carencias de Fonasa y los consultorios y hospitales son conocidas. En el caso de las isapres, hay preguntas que se arrastran desde su fundación: ¿Hasta cuándo continuarán sus abusos, inspirados por la voracidad financiera? ¿Qué pasó con la reforma de la salud privada, que gobiernos de izquierda y derecha no han sido capaces de sacar adelante? ¿Los laboratorios y farmacias continuarán abusando eternamente? ¿Las AFP nunca entenderán que la gente las considera fuente de miseria de trabajadores y enriquecimiento de sus ejecutivos?
La cirugía mayor también debe atender a nuestras instituciones. Hace mucho tiempo que el Congreso Nacional y el Poder Judicial dejaron de ser lo que eran. El Poder Legislativo es hoy casi un circo romano, donde los parlamentarios gladiadores batallan por todo, en perjuicio del país. Acusan, denuncian, buscan cámaras de TV, hacen de todo. Menos legislar bien. Promulgan leyes que poco tiempo después de entrar en vigencia demuestran múltiples carencias.
En el caso del Poder Judicial, es imperativa una contrarreforma urgente, que ponga fin a la generalizada inseguridad y al carácter garantista de los tribunales, que hoy permite a los delincuentes convertirse en inocentes y parece perseguir a quienes verdaderamente respetan las leyes.
La cirugía mayor no debe incluir el enfermizo afán por paralizar clases, ocupar establecimientos, portar armas, agredir a la fuerza pública y no estudiar que parecen imperar hoy. No pueden quedar fuera los "encapuchados", que parecen hoy un poder incontrolable, que ninguna institución ha podido controlar. Cirugía al por mayor para grupos extremistas que actúan impunemente en La Araucanía, así como para los delincuentes de cuello y corbata, que defraudan al fisco y cometen todo tipo de abusos. Para lograrlo, se requiere no sólo la aprobación del presupuesto, sino también de una voluntad nacional de dar un salto largo hacia el desarrollo. Es urgente dejar de lado banderías y pequeñeces y entender que el camino pasa por cada chileno. Hacer las cosas y hacerlas bien. Menos anuncios y más acción. Esa es la tarea de hoy, de mañana y de siempre.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.