La importada celebración de Halloween, aún no tan arraigada en la costumbre nacional, se convirtió de todos modos en un incentivo para que el comercio local buscara recuperar las pérdidas que han dejado las movilizaciones sociales en la ciudad. Para lograrlo, tanto vendedores callejeros informales como algunas tiendas de Chillán pusieron en sus vitrinas desde máscaras hasta disfraces, en especial para motivar a niños y padres a vivir una lúdica tarde de jueves, bajo el ya conocido "dulce o travesura". Muchos chillanejos, especialmente niños y jóvenes, se atrevieron a lucir sus atuendos y, de esta forma, distender un ambiente que ha estado en los últimos días cargado de tensiones.