Ilusiones perdidas
El Gobierno, el Banco Central, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el mercado han reducido sus proyecciones de crecimiento económico para Chile en alrededor de 2 puntos. El FMI, previo a la crisis y violencia surgida hace quince semanas, había señalado que nuestro país crecería 3% durante el 2020; ahora estima que será apenas 0,9%.
Sorprende la insensibilidad de algunos sectores del sistema político y de la opinión pública, que tratan los cambios en expectativas de crecimiento como algo lejano, un problema de los empresarios grandes o, cuando más, el costo que sería necesario pagar para alcanzar una sociedad más justa. La realidad es que la pérdida de crecimiento es pérdida de progreso para la clase media, menores oportunidades de trabajo y menos recursos fiscales para transferencias a los más pobres; en definitiva, mayor desigualdad en salud, educación y pensiones.
En términos monetarios, dos puntos de menor crecimiento implican que Chile dejará de generar, durante este año, aproximadamente 4 billones de pesos (5 mil millones de dólares). En magnitud, esta cifra equivale a borrar el PIB de las regiones de Arica y Parinacota, Magallanes y Aysén, sumadas. La recaudación tributaria se reducirá en aproximadamente 1.500 millones de dólares. Con esos ingresos se podría haber financiado, por ejemplo, la construcción de cinco hospitales de alta complejidad; un incremento en la pensión básica solidaria de $160.000 al mes para cada beneficiario; o las viviendas básicas para un significativo número de personas que no tienen un hogar.
Aun cuando algunas de estas políticas puedan realizarse con otros fondos, el impacto del menor crecimiento afectará transversalmente a la ciudadanía y posiblemente generará renovada frustración en muchos compatriotas. Miles de pequeñas y medianas empresas sufrirán el estancamiento en la demanda por sus productos, tendrán dificultades en cumplir sus compromisos crediticios y contratarán menos personas. Muchas pymes estarán en peligro de quiebra. En emprendimientos y empresas de todo tamaño, el menor crecimiento impactará las decisiones de inversión y la creación de empleos. Los sueldos reales y otros ingresos de las personas no podrán aumentarse en lo anhelado en el escenario de crecimiento original.
Los sueños de ser un país desarrollado, de superar la pobreza, de consolidar instituciones democráticas fuertes se desvanecen tristemente y hoy no parecen más que "ilusiones perdidas", como los sueños de gloria del joven de Rubempré, en aquella gran novela de Balzac.
Karin Jürgensen decana de Ingeniería Comercial Universidad de los Andes
Profecía
Llevamos semanas construyendo una profecía auto cumplida para marzo.
Me temo que los vándalos se preparan (no les queda otra) para estar a la altura de nuestros temores...
Rodrigo Hernando Díaz abogado
Aptos, no ineptos
Uno de los problemas que siempre sale al tapete es la designación y la elección de autoridades políticas, que no tienen ningún atributo profesional, ni menos experiencia en cargos de alta complejidad de importancia para el país, siendo su único peso específico para hacerse acreedor del puesto, el tener afinidad partidista ó el cumplimiento de alguna promesa de campaña por parte de las autoridades de turno, a las cuales les deberán pleitesía hasta la muerte , claro está que si este "apitutado", comete algún error porque le quedo grande el trabajo, sin demora, se le cambia, y en una de esas se le juzga, pero los chilenos afectados por sus nefastas decisiones …bien gracias.
Pero, la culpa no es del "apitutado" sino del que lo designa o de los que los eligen en las elecciones, paremos de una vez la cadena de errores, los candidatos para ser designados y elegidos, deben ser rigurosamente evaluados, en su perfil profesional y sicológico, para certificar debidamente su absoluta idoneidad para ejercer su eventual puesto de trabajo y lo más importante, las promesas que ofrezcan por escrito y respaldadas con su patrimonio personal ante notario...
A nadie le molestaría que se nombren "apitutados" pero, que sean aptos para el puesto y no ineptos, que terminan siendo apuntalados por un batallón de asesores para que hagan su pega y debidamente financiados por todos los chilenos.
Aptos, no ineptos...
Luis Enrique Soler Milla