Cáncer infantil
El compromiso del Programa Nacional de Cáncer Infantil (PINDA) es indiscutible y su aporte se traduce en una notable disminución de la mortalidad por cáncer infantil. Sin embargo, se puede ir por más. Chile realiza menos trasplantes hematopoyéticos (más conocido como de médula ósea) de lo que su población requiere para el tratamiento de cánceres de sangre, que es el más frecuente en niños. Prueba de esto es lo que ocurre a nivel mundial, mientras que en EE.UU. se trasplantan anualmente entre 25 a 30 pacientes por millón de habitantes, en nuestro país solo se realizan entre 4 a 5.
Una de las razones de esto es la dificultad que presenta encontrar a un donante genéticamente compatible. El 30% de los pacientes tiene la fortuna de ser compatible con algún familiar y el resto debe buscar en registros de células madre de cordón umbilical, sangre periférica o médula ósea. En pacientes pediátricos, la sangre de cordón umbilical es un recurso ideal para este procedimiento. Sin embargo, el único banco público de cordón umbilical en Chile es de Vidacel, el cual recibe bajas donaciones: solo tiene 1.200 muestras almacenadas y para cubrir el requerimiento total del país se necesitan más de 5.000. Por ende, con frecuencia se debe recurrir a bases de datos internacionales y adquirir cordones umbilicales a un alto costo ($30 M), que, si bien la prestación está cubierta por algunos seguros de salud, no lo está por las guías nacionales de patologías AUGE / GES. Si bien el país ha optimizado notablemente sus indicadores de salud, debemos ir por más. Parte de esto es contar con un banco público de sangre de cordón umbilical que cumpla con la demanda nacional. La evidencia demuestra que esta es una estrategia costo-efectiva (BMT 2017;52) que favorece a un mayor acceso a trasplantes y permite entregar medicina de calidad a toda la población nacional.
Dr. Daniel Ernst, hematólogo UC y director médico del Banco Público de Vidacel
La foto de la Tierra
Entre tantas noticias, de todos los tipos, que nos mantienen atentos, estaba el aniversario número 30 de una foto que mostraba a la tierra, si a nuestra tierra, vista desde una distancia de 6.000 millones de kilómetros, tomada por la nave espacial Voyager 1, el 14 de febrero de 1990, en la que la muestra como "un punto azul pálido", en medio de la inmensidad del universo, y es verdad, literalmente somos un punto.
¿Cuántos puntos similares, en cualquier noche, podemos encontrar cuando miramos el cielo? y que no les damos mayor relevancia, no tenemos ni siquiera la imaginación para saber lo que allí puede estar ocurriendo en ese instante, sin olvidar además, que esa luz que estamos mirando, ha tenido que viajar miles y miles de años para que la podamos distinguir, igualmente si tuviésemos la oportunidad de mirar a nuestra tierra desde una distancia como desde donde tomó la foto la Voyager 1, nos parecería tan diminuta, tan solitaria, y ni por un momento, tampoco nos imaginaríamos, todo lo que en ella está hoy ocurriendo, y vaya que están ocurriendo cosas, además considerando la distancia y la velocidad de la luz, la foto mostró cómo era nuestra tierra, casi 6 horas antes del momento en que se tomó, un verdadero viaje al pasado.
La foto de la Voyager 1, muestra lo pequeñísimos que somos dentro del universo, tal vez una gran razón para ayudar a cuidar nuestra tierra, nuestra nave espacial "All inclusive", que nos lleva en este maravilloso viaje, del cual, hoy todavía se teoriza de cómo comenzó, y de cómo y cuándo terminará. El astrónomo estadounidense Carl Sagan (1934-1996) describió está imagen de nuestro planeta como "Una mota de polvo suspendida en un rayo de sol", no podría haberlo dicho mejor.
Luis Enrique Soler Milla
Turismo Accesible
Los viajes tienen un poder especial para transformar la manera de ver el mundo, conocer qué hay más allá de nuestras fronteras físicas, culturales y hasta emocionales. Todas las personas deberíamos tener la posibilidad de disfrutar de un paseo en la montaña, sentir la arena caminando por una playa al atardecer, ir hasta los rincones más remoto de nuestra geografía, y volver con el espíritu transformado, lleno de emociones que perduren en el tiempo.
El turismo accesible se viene instalando desde hace varios años en nuestro país, pero no siempre se conoce su potencial y lo que se está haciendo para que las personas con movilidad reducida, ciegas o con otro tipo de diversidad funcional, puedan llegar a todo nuestro territorio utilizando todos los servicios turísticos que ofrecen.
El diseño universal, la comunicación efectiva y la movilidad autónoma, son algunos de los conceptos que comienzan a instalarse en quienes se dedican a este rubro. Por cierto, que todavía se debe seguir impulsando el turismo accesible, ya que no siempre nos encontramos con espacios físicos o personal capacitado para brindar todos los apoyos específicos que requieren las personas.
Vicky Parraguez, académica Escuela Terapia Ocupacional U. Andrés Bello