Corren tiempos difíciles. El coronavirus se ha implantado no sólo como un tema de salud pública, sino también de convivencia y, hay que decirlo, de extrema complejidad para el panorama económico. En nuestra región, hoy una de las zonas con más casos detectados, el tema está a la orden del día: muchos negocios han tenido que cerrar preventivamente y, si no se toman medidas drásticas, el futuro puede no ser esplendoroso. Tiempos apremiantes requieren decisiones responsables. No es el momento de populismos ni de propuestas que pueden implicar pan para hoy y hambre para mañana. Un caso de esto último sería decretar, por ejemplo, la imposibilidad de que pequeños y medianos empresarios puedan cambiar las condiciones laborales de sus empleados, teniendo que asumir ellos, los eventuales perjuicios de meses de cierre, por reducción de jornada o, incluso, paralización de actividades, como hemos visto hasta ahora. Por supuesto, debemos proteger los empleos y buscar asegurar el bienestar social y económico de toda la población, pero una medida como la que acabo de mencionar traería nefastas consecuencias para los emprendedores en el largo plazo, y con ello, un panorama poco alentador para nuestra zona. Un emprendedor que debe cerrar su negocio equivale a un número variable de familias que queda en la calle. Al contrario, creo que la iniciativa del Gobierno para utilizar -en casos excepcionales, como el que estamos viendo- el seguro de desempleo para pagar prestaciones y complementos laborales es, justamente, una propuesta seria, y que avanza en el camino de las decisiones responsables, de esta manera los trabajadores afectados por la crisis sanitaria puedan seguir recibiendo sus ingresos y evitar la reducción de salarios en situaciones como la actual, en que la legislación laboral vigente así lo permite. También se permitirá acceder en forma extraordinaria a prestaciones del seguro de cesantía por acto de la autoridad que disponga paralización total de actividades o mediante la suspensión de relaciones laborales para que sea mediante el seguro de desempleo el pago sin afectar la calidad de vida de las familias de dichos trabajadores, entre otras medidas. Una vez que se apruebe esta medida, los trabajadores cuyas faenas han sido interrumpidas o disminuidas, podrán mantener una fuente de ingresos estables, y los empleadores podrán mantener sus negocios, sin estar obligados a cerrarlos, y por ende, sin tener que despedir a sus trabajadores. En esto debemos ser claros: ninguna propuesta es perfecta, y ninguna medida dejará a todos contentos. ¡Cómo nos gustaría no estar enfrentando una crisis como esta, y que los trabajadores puedan seguir contando con sus ingresos, tal como lo recibían hace pocos meses atrás! Sin embargo, debemos ser cautos, pues si no se hacen las cosas bien, el Coronavirus puede tener implicancias que van mucho más allá de la salud pública: un estancamiento, o incluso una recesión, puede ser nefasto para nuestro país, y aún para nuestra región, y es por ello que hoy debemos buscar todas aquellas instancias que nos permitan salir bien parados de esta crisis. Por tal motivo, quiero hacer un llamado a la oposición a comprender a cabalidad el problema al que nos enfrentamos, y no aprovechar este momento para hacer cálculos políticos, o intentar perjudicar al oficialismo. Hoy más que nunca debemos flexibilizar la legislación laboral. Miles de familias dependen de nosotros.